Ha sucedido en Manchester, Inglaterra, y el protagonista es un perro llamado Oscar (puedes verlo en la foto), que extrañaba tanto a su gato compañero de juegos y recientemente fallecido, que lo desenterró y lo llevó de nuevo a la casa de familia.
Según los dueños los dos animales eran inseparables. El gato, que era más grande que el cachorro, solia ayudarlo a subirse al sofa, donde los dos disfrutaban, uno pegado al otro, del calor de la casa en el duro invierno inglés.
Es de imaginar la sorpresa de Oscar cuando vieron que los dueños se llevaban al jardín a un Arthur inerte, cavaban un hoyo, depositaban al gato allí y lo volvían a cubrir de tierra hasta hacerlo desaparecer de la vista.
No acostumbrado a esta ancestral ceremonia humana del entierro, sin poder resignarse a la ausencia de Arthur, desconcertado incluso por el papel de los dueños de casa en el drama, Oscar esperó todo ese día hasta la noche para rescatar a su amigo.
Seguramente le costo mucho, porque Arthur era más grande que él, pero así y todo, lo desenterró, cruzó con él el jardín, atravesó ese otro escollo insufrible, la puerta para el gato que tienen muchas casas inglesas, lo que debe haberle costado muchísimo. Despues, lo alzo y le hizo atravesar ese pequeño cuadrado incrustado en la otra puerta, la que usan los gigantes humanos, y se lo llevó a dormir a su cesta.
Eso sí, antes de conciliar el sueño, lo lamió para limpiarle toda esa horrible tierra que se le había pegado al cuerpo.
Los dueños de Oscar tuvieron que enterrar nuevamente a Arthur, pero tomaron esta vez dos precauciones. No dejaron que el perro presenciara la ceremonia de entierro y le compraron un nuevo gato para que no eche tanto de menos a su amigo.
Una historia llena de sensibilidad, y que demuestra el amor que pueden llegar a sentir los animales...
Fuente: BBC Mundo.com
No discuto la afectividad de los animales, pero me parece que los "amos" deben tener mayor responsabilidad al tener mascotas. Si tienen en su casa esa relación entre un gato y un perro, deben dejar que actúe el instinto, y eso es reconocer que su amigo murió. No esconderlo ni enterrarlo a espaldas del otro. Menos -y ya es parte del relato- "comprarle" otro gato, como si las relaciones se pudieran copiar o repetir. En resumen, Hay gente que ama los animales, y otros que se aman a sí mismos rodeados de animales, pues solamente en ellos y con ellos adquieren valor.
ResponderEliminarConcuerdo absolutamente, contigo.
ResponderEliminarBienvenido!