miércoles, 31 de diciembre de 2014

MENSAJE DE FIN DE AÑO Y COMIENZO DEL NUEVO

 

Siempre es muy grato recibir los buenos deseos de gente cercana, y darlos, para mí, es aún más grato.

Deseamos tantas cosas buenas, necesarias, hermosas...

Sin embargo, muchas de ellas (sino todas) dependen de nosotros. Somos quienes pueden llegar a transmutar lo que sea, con la actitud correcta.

En mi experiencia de vida, para tener realmente un buen año, es fundamental no quejarse. Todo aquello en lo que ponemos nuestra energía, se sabe que tiende a aumentar. ¿Para qué acrecentar aquello que nos disgusta?, no es necesario, ¿verdad?

Otra cosa importante, es utilizar ese caudal energético que hubiésemos malgastado, en focalizar aquello que queremos. Démosle alas a nuestros anhelos más importantes, y usemos el motor de nuestra voluntad para convertirlos en realidad.

Al conocer mejor las maravillas de la Naturaleza y de la Vida, surgió espontáneo en mí, el agradecer por cada cosa y por todo. Me di cuenta que cuando agradecía de corazón, todo se tornaba más fácil, fluía sin escollos, era pura armonía.

Tuve que “perdonar” a varias personas en mi vida, y ahora sonrío, pero cuando me tocó hacerlo por mi propio bien, no fue sencillo. Me habían herido tanto, tanto, que tuve por años, el alma desgarrada. Cuando al fin estuve preparada y logré hacerlo, qué liviandad, qué gozo, cuántas maravillas me estaba perdiendo antes de hacerlo!

Poder perdonar es un enorme bien que nos hacemos a nosotros mismos.

Y por último, si hay algo que nos prepara mejor para tener un sano, hermoso y muy feliz año, es el poder dar. Dar y dar. Dar en todo, en amor, en conocimiento, en tiempo, en bienes materiales, en todo. Fue extraño darme cuenta que cada vez que daba, la más feliz era yo. Hasta que comprendí que la separación es un engaño, una ilusión absoluta, que estamos unidos, y en ese comprender, supe que me estaba dando a mí misma.

En realidad cuando comencé a escribir, no tenía mucha idea de cómo iban a ser mis palabras, sólo deseaba compartir con ustedes que son mis amigos, mi familia, un poco de mi sentir.

Que disfrutemos el mejor año de nuestras vidas!!! 

Delia

domingo, 28 de diciembre de 2014

¡Ay, mi España querida!

Publicado el  

Toro Gran VíaHoy es un día negro para mi querida y hermosa España. Hoy es un día nublado y oscuro a pesar del sol que brilla. Hoy y todos los días mi España querida sangra.
¡Ay, mi España querida! Tan llena de luz, de color, de alegría, de saber, de cultura y de arte. Cuna de escritores legendarios, de poetas, de almas buenas y sensibles. Cuna de arquitectos que rozaron el cielo con sus creaciones, de pintores y escultores que nos mostraron el lado más oscuro y luminoso de mi España.Llena de talento y de arte. En todas sus variantes, mi España es hermosa y fuerte. 
¡Ay, mi España querida! ¿Dónde estás? ¿Por qué no te levantas y te sacudes la escoria? Esa escoria pegada a ti
¡Ay, mi España querida! ¿Qué ha sido de ti? ¿Dónde estás? ¿Qué ha sido de tu orgullo, de tu fuerza y de tu belleza? Hace tiempo que no te veo, mi querida España, llena de corruptos, que te rompen y te machacan, que te violan y corrompen sin pudor ni vergüenza y llena de un pueblo pasivo que nada hace…
¡Ay, mi España querida! ¿Dónde estás? ¿Por qué no te levantas y te sacudes la escoria? Esa escoria pegada a ti y que se esconde bajo una constitución que no respeta. Pero hoy y cada uno de los días que tiene el año, sangras. Hoy es peor aún mi hermoso país… Hoy sangras. Hoy en Tordesillas, mañana en Algemesí y pasado mañana en algún otro sitio se habrá cometido una atrocidad, y tú sigues permitiéndolo… Hoy y mañana un puñado de cobardes, de esa escoria que tienes pegada, ha matado a un toro, símbolo de tu fuerza y bravura, con lanzas a lomos de caballos que sufren igualmente. O un puñado de esa escoria, que asesina con gran sufrimiento a unos pobres becerros, bebés… ¡Bebés! ¡Qué crimen tan atroz!
Hoy sangras un rojo intenso y brillante. ¿Por qué permites eso? ¿Por qué permites que el símbolo de tu garra, de tu valía y de tu belleza sea torturado una y otra vez?
toro sangrandoAy, mi España querida… No te merecemos. ¿A qué esperas, pueblo de España, a que sea demasiado tarde? ¿A que por culpa de esos que dicen gobernarnos nos cieguen con sus pretextos y mentiras? ¡Lo único que quieren en dividirnos! ¡Levántate y grita! ¡No te indignes y sal a calle! ¡Corre y lucha por que nuestra hermosa España vuelva a ser lo que en verdad es! Un país unido, lleno de belleza, mezclado de cultura, un país de oportunidades… Este no es un mensaje de derechas o de izquierdas, es un mensaje de una española que ama a su país, su cultura, su arte, su gente… Y que quiere que una España sin sangre en sus manos.
¡Venga, pueblo español, levantémonos y andemos juntos! ¡No al maltrato animal, no a la corrupción! Ay, mi España querida. Hoy yo lloro por ti, ¡hoy el mundo entero llora por ti! Triste y negro día para ti, mi España querida…
Virginia Vergara

Porque los animales importan.

Por qués y porqués

Huellas de perro
Hace unos días salía de mi piso para dirigirme a la facultad como todas las mañanas cuando, casualmente, miré al suelo y vi un camino de huellas de sangre. Las manchas rojas formaban en el asfalto la silueta de una pata perruna, y de un animal considerablemente grande además. Entre mancha y mancha había aproximadamente unos cincuenta centímetros de distancia, y el camino continuaba, a veces recto, a veces curvo, durante un buen trecho que se perdía a mi vista. Seguí las huellas. 
Y para mí, señora, tener a un ser vivo con el cuello abierto de lado a lado a punto de morir de infección delante de mí es motivo suficiente para reaccionar. Después me preocuparé de mirar si es animal o persona
Mientras caminaba, mirando al suelo en todo momento y pendiente de no perder el rastro, la experiencia ya me iba aconsejando que me preparase: al final de aquel camino hallaría un pobre animal herido… o muerto. La experiencia me lo decía. Y me recordaba cómo tenía que actuar, cómo tenía que proceder. Yo sabía lo que quería hacer. Si el animal estaba herido, pediría ayuda y me quedaría con él hasta que estuviera en buenas manos. Pero bien podía ser que me estuviera dirigiendo a un cadáver, a uno de los tantos que a diario no lo consiguen y no llegan a la mañana siguiente. Estos pensamientos me invadieron durante los menos de cinco minutos que duró mi “rastreo”. Tras un par de curvas y un pequeño escalón, el reguero de sangre acabó; las huellas llegaban directamente a la puerta de una clínica veterinaria.
De camino a la facultad me puse a reflexionar: ¿Cómo explicar el alivio que sentí? Por el hecho de saber que aquel animal ya tenía alguien que se responsabilizaba de su vida (y que, por cierto, nunca iba a saber el susto que me había dado), de ver que él sí lo había conseguido, que era afortunado, que alguien había a su lado que se preocupaba de que viera el sol cada mañana… ¿Cómo explicarlo? ¿Cómo explicar que un día cualquiera, a las ocho de una mañana cualquiera, te puedes topar con una situación así y vas a decidir implicarte y preocuparte por una vida ajena a ti, cuya existencia antes desconocías? ¿Cómo explicar la sensación de alarma, de alerta, al ver esa sangre en el suelo y decidir de forma automática que vas a llegar hasta el final y que vas a ayudar a ese ser vivo sin importar nada más?
De camino en el autobús llamé a un familiar para contarle lo que me había pasado: quería compartir mi alegría y mi alivio, verdaderamente estaba feliz. Mientras relataba la historia a mi interlocutor, una señora sentada a mi lado me lanzaba miradas de burla y compasión. Estaba pensando: “Pobre imbécil; con lo mal que está el mundo y ella se preocupa por un perro que ni siquiera es suyo”. Y yo quise preguntarle a esa señora: “¿Y si hubiera sido un niño? ¿Y si hubiera sido una mujer maltratada? ¿Y si hubiera sido el borracho del barrio que se había metido en una pelea la noche anterior y estaba tirado en una esquina tratando de recuperarse de la paliza? ¿Y si hubiera sido un señor mayor que se había caído por la calle y se había arrastrado pidiendo socorro? ¿Y si, sencillamente, era alguien que necesitaba ayuda?”.
Quise preguntárselo, pero no lo hice. No lo hice porque sabía la respuesta que me iba a dar, esa respuesta que parece tan clara, lógica y sencilla que no se explica cómo todavía hay quien formula la pregunta. Esa señora me habría dicho: “Es que es un animal. Si hubiera sido una persona sería diferente”. Y yo, nunca conforme, tengo que preguntar que por qué. ¿Por qué? ¿Por qué son diferentes? ¿En qué punto exacto de nuestro complejo entramado moral se ha decidido desamparar a quien necesita ayuda por no ajustarse a la definición de “humano”? ¿En qué momento se decidió negar asistencia y socorro a un ser que se desangra en la calle, a un ser que agoniza durante horas mientras la cuerda consume sus últimos minutos de vida, a un ser que se retuerce impotente tratando de respirar mientras el agua va llenando sus pulmones, porque los ladrillos atados a sus patas le impiden salir a la superficie? ¿En qué momento perdimos el rumbo? ¿O tal vez nunca lo tuvimos? No lo sé. Pero yo quisiera ahora contarle a esa señora mi porqué. El porqué de mi alivio, el porqué de mi alarma, el porqué de mi alegría al descubrir el final de aquellas huellas.
Signos de interrogación
Verá, señora, estoy cansada. Estoy cansada de oír que soy una hippie, que soy una perroflauta (nunca más oportuno el término), que estoy loca. Porque son animales. Usted me habla de personas, me habla de humanos, de cuántos niños mueren de hambre al día en todo el mundo. ¿Conoce usted la cifra de cuántos animales mueren de hambre al día en todo el mundo? ¿Acaso no es lícito, no es humano, ofrecer alimento y amparo a quien lo necesita? Verá, señora, estoy cansada de encontrar gente que me dice que no ayuda a los animales porque no le gustan. Esa es la triste realidad con la que nos topamos a diario quienes hemos elegido consagrar nuestra vida al último eslabón de esa cadena formada por víctimas de la miseria: el ayudar se asocia con un gusto obsesivo por los animales. Un gusto molesto, incluso, ya que no nos dejan dormir cuando se colocan en la puerta de casa gritando para que no asesinen al perro de la enfermera infectada por ébola. Déjeme contarle, señora, que no es así.
El porqué, señora, MI porqué, va mucho más allá de los gustos y de esa lacra especista que tanto nos envilece. Son seres vivos, señora. Más allá del vínculo emocional que cada cual pueda establecer con los animales, son seres vivos. Seres que sufren, que padecen, que lloran (¡sí, se lo aseguro!), que PIDEN ayuda. Más allá de lo que yo pueda sentir por ellos, más allá de mi nivel de implicación emocional que yo decida (o no) alcanzar, hay otro tipo de nivel de implicación, de compromiso con nuestro entorno y los miembros que lo forman. Existe una cosa llamada causa social a través de la cual uno se torna mejor persona. Existe algo llamado solidaridad y empatía que no entiende de especies. Y para mí, señora, tener a un ser vivo con el cuello abierto de lado a lado a punto de morir de infección delante de mí es motivo suficiente para reaccionar y hacer algo, para recogerlo, llevarlo a casa, curarlo, gastar mi dinero en médicos y medicinas. Después me preocuparé de mirar si es animal o persona.
El porqué de esto, señora, es ridículamente sencillo: estoy salvando una vida. Estoy aportando a ese ser y también al mundo cosas para cuya grandeza no existen palabras en ninguna lengua. Estoy contribuyendo a construir y no a destruir, estoy desarrollando un bellísimo respeto por la vida ajena, sin matices, sin condiciones. Si todos y cada uno de nosotros hiciera algo, por todos los eslabones de esa cadena, la miseria no tardaría en desaparecer. Pero es muy fácil sonreírse con suficiencia desde el asiento del autobús y luego llegar a casa y desperdiciar comida, por ejemplo.
Criticamos, insultamos y rebajamos a esas personas que han decidido aportar su grano de arena porque en vez de irse a África a ayudar a los niños se quedan aquí y ayudan a los animales. Sin embargo, para mí no hay diferencia, mujer. He hecho una elección. Y todavía hay quien me dice que si tal es mi grado de implicación y compromiso, que entonces soy una hipócrita porque ayudo a unos más que a otros. Déjeme preguntarle a quién ayuda usted. Yo dono ropa, comida, medicamentos, material escolar y además salvo vidas. Sí, salvo vidas. Vidas animales. Vidas que cuando logran ponerse de pie me lloran de agradecimiento y me entregan su corazón sin reparos.
Usted no sabe lo que es eso, señora. Así que borre esa sonrisa irónica de la cara. Porque la grandeza de espíritu se alcanza cuando se toma conciencia de que no hay barreras ni diferencias de especies. Se alcanza cuando, un viernes a las ocho de la mañana, uno decide responsabilizarse de una existencia ajena antes de saber siquiera si está viva o muerta. ¿Que por qué? Pruébelo. Y hallará la respuesta.

Ángeles Romero

sábado, 27 de diciembre de 2014

Lo invito a descargar gratis este libro:

http://teatrevesadespertar.files.wordpress.com/2012/07/la-mafia-medica.pdf

El negocio detrás de las recetas

El oscuro circuito de la prescripción 
de medicamentos

Por  y   | LA NACION
Todos los días, la profesora Ana María D.G. debía tomar media pastilla para la presión. Pero ella lo hacía sólo si se sentía mal. Un día de problemas inmanejables, el médico del colegio donde trabaja le midió la presión. Los valores estaban fuera de control. Cuando se recuperó, le sugirió ver a un neurólogo y "ajustar el tratamiento" con su médico.
Pero ella prefirió una segunda opinión y le recomendaron un especialista que debía ser bueno porque viajaba mucho por trabajo. "Está bien lo que toma -le dijo el profesional, mientras escribía una receta-, pero vamos a probar con esta otra pastilla, que está funcionando mucho mejor. Eso sí, tómela todos los días." Al salir del consultorio, Ana María no sabía por qué le habían cambiado la pastilla. También desconocía las prácticas con las que la industria farmacéutica incentiva a los médicos a prescribir sus productos.
Muestras gratis, vouchers de grandes tiendas y de casas de electrodomésticos, viajes y hasta dinero en efectivo figuran entre las estrategias que algunos laboratorios utilizan para fidelizar a los médicos. Y así lograr que los "lapiceras", apodo de los doctores en este mundillo, receten los productos que producen y comercializan.
Muestras gratis, vouchers de grandes tiendas, viajes y hasta dinero en efectivo figuran entre las estrategias que algunos laboratorios utilizan para fidelizar a los médicos
En la Argentina, la venta de medicamentos mueve un negocio de más de 50.000 millones de pesos al año, según cifras oficiales. Sin embargo, consultores independientes especializados en el mercado de fármacos aseguran que la cifra es mayor. La facturación alcanzaría 43.000 millones de pesos, sin incluir los fármacos de alto costo, como los oncológicos, las licitaciones y las ventas directas a los hospitales. En el país, cada año se venden 670 millones de "cajitas" de remedios (el 30% son productos de venta libre), según consigna una conocida consultora internacional.
El lado oscuro de la receta médica esconde un verdadero trabajo de inteligencia. Es que ese preciado "papel" representa el principal ingreso para muchos en esta poderosa industria, como lo expresó el titular de un importante laboratorio nacional. Quizás no toda la responsabilidad recae en los médicos: un sistema descontrolado y los bajos salarios en el área de la salud impiden costearse la participación en congresos o suscribirse a una publicación para estar al día con las novedades en la medicina. Y algunos caen en la tentación.
En este sistema, los agentes de propaganda médica (APM) o "valijas", como se los apoda a los 6000 visitadores que registra la Asociación de Agentes de Propaganda Médica (AAPM), operan como engranajes perfectos: ellos hacen que las "lapiceras" firmen recetas con uno y no con otro fármaco que se traducen en ganancias millonarias. Aunque existe una ley por la que los médicos deben indicar un producto por su nombre genérico, sólo un 13% lo hace. La mayoría incluye la marca. Esto responde también a una falta de confianza en la calidad de los genéricos que el Estado no erradica y que la industria aprovecha.
En la Argentina, la venta de medicamentos mueve un negocio de más de 50.000 millones de pesos al año, según cifras oficiales
A los médicos considerados referentes se los conoce como "lapiceras gordas". Según pudo recabar LA NACION de 22 fuentes que actúan en este engranaje, un laboratorio con capacidad de investigación y desarrollo puede invertir un 20% de su presupuesto en la fidelización de los médicos y la promoción de sus productos. Un visitador con diez años de experiencia gana entre 12.000 y 70.000 pesos por mes. El que mejor paga es un laboratorio nacional, cuyo nombre suele verse en pequeños carteles de pasillos de muchos hospitales.
"La seducción, la fidelización y una relación estrecha que perdure en el tiempo, y que puede incluir dosis de intimidación, son las tres etapas básicas para lograr que un médico indique una marca de manera sistemática", confió un capacitador de los cursos de formación de APM. Para eso, los laboratorios necesitan detectar a los médicos que más recetan un fármaco. Si el producto es de la competencia, se activa la etapa de seducción.
La estrategia más común para obtener esos datos es la compra de informes de las auditorías a las farmacias. Esos documentos revelan quiénes son los médicos más "útiles" en cada especialidad. Otra opción está en manos de los visitadores, un ejército de traje y corbata en el que cada vez se ven más faldas. Repletos de bolsas con muestras, obsequios o insumos de oficina, cada mañana recorren los pasillos de los hospitales. Por la tarde, se ocupan de los consultorios privados. Visitan no menos de 15 o 20 médicos por día.
También tienen la tarea de acercarse a las farmacias vecinas de los consultorios privados. Algunos intentan un trueque: información sobre las recetas a cambio de muestras de productos, en los casos menos groseros.
Esa estrategia le permitió a un laboratorio nacional detectar que un oftalmólogo muy reconocido que trabaja sobre una coqueta calle del barrio porteño de Recoleta recetaba un fármaco "de la competencia". LA NACION pudo conocer que lo tentaron con cursos en el exterior: la mayoría de los destinos eran ciudades puramente turísticas y su familia podía acompañarlo esos 15 días all inclusive.
Tal es la importancia de relevar la información de las farmacias que están surgiendo los agentes de propaganda farmacéutica o APF. Muchos son visitadores desempleados que se reciclan en esta nueva tarea. Esta práctica incluye distintas etapas y niveles de premios, de acuerdo con los dividendos que deje una buena "lapicera".
Una inversión en el largo plazo son los médicos residentes
Pero las estrategias se refinan. Son cada vez más sutiles, encriptadas. Un laboratorio, por ejemplo, alienta la prescripción de uno de sus productos inyectables para tratar el cáncer de próstata con un código numérico por cada unidad recetada. Eso equivale a un puntaje. A mayor cantidad, más lejos es el viaje en juego (con 100 puntos, el destino es Cancún). Cada unidad de ese remedio cuesta 5100 pesos y, vaya paradoja, esa empresa posee un código de ética que expresamente define esa promoción como "práctica ilícita". Hasta 2011, el laboratorio ofrecía electrodomésticos, pero su casa matriz en Europa decidió "cambiar un estilo de promoción tan grosero", según consta en una denuncia de un empleado.
 
Una inversión en el largo plazo son los médicos residentes. Como cazadores de talentos deportivos, las "valijas" recorren los hospitales para captarlos. Los tientan con muestras y acceso a bibliografía a cambio de recetas. Si un laboratorio despierta el interés de una de estas "lapiceras" en potencia, probablemente logre su lealtad. "Cuando a los médicos los ayudan de jóvenes, son fieles a quienes les dan una mano", confió una fuente de la industria que pidió reserva de su nombre, como la mayoría de los consultados.
A los más jóvenes les siguen en importancia los médicos con por lo menos diez años de antigüedad. La oferta incluye viajes al exterior y vouchers de compras. Computadoras, televisores y equipos de audio están entre los objetos más demandados.
Pero existe otro blanco de seducción: las secretarias. No sólo manejan la agenda de los médicos, sino que muchas están autorizadas por los profesionales para hacer y firmar recetas. Los APM les regalan muestras a cambio de información sobre la cantidad de prescripciones, los horarios y el tiempo libre de sus jefes para personalizar las invitaciones.
En un ranking elaborado de acuerdo con fuentes de los laboratorios, las especialidades más vulnerables son la dermatología, la traumatología, la reumatología, la oncología y la urología. El intercambio de "servicios" puede incluir dinero que se deposita en una cuenta personal o se entrega con un cheque. En 2012, un laboratorio de primera línea destinó mensualmente 20.000 pesos a un médico de una institución privada bonaerense, según confió a LA NACION el visitador, ya retirado, que participó de la operación.
Existe otro blanco de seducción: las secretarias. No sólo manejan la agenda de los médicos, sino que muchas están autorizadas para hacer y firmar recetas
Médicos que recibieron estos ofrecimientos detallaron, a cambio de no ser identificados, que ese portafolios de compensaciones también incluye fiestas privadas en yates, despedidas de año (con o sin servicio de acompañantes), el armado de una fundación para disimular la transferencia de cuantiosos fondos o el ofrecimiento de convertirse en "investigador" de un ensayo clínico con sólo reclutar pacientes para ese estudio.
Frente a este escenario, el Código de Ética para el Equipo de Salud de la Asociación Médica Argentina (AMA) y la Sociedad de Ética en Medicina establece que "los miembros del equipo de salud deberán abstenerse (...) de recibir privilegios o dádivas por el asesoramiento en la compra de material de uso médico o por recetar determinados productos médicos". Antes, aclara que es "una falta grave a la conducta ética la inducción, por parte de empresas y/o laboratorios, al uso de ciertos medicamentos o equipos biotecnológicos médicos con la promesa de dádivas o recompensas". LA NACION intentó hasta ayer sin suerte comunicarse con las autoridades de la AMA.
Las tres cámaras que agrupan a los laboratorios que operan en el país se limitaron a responder que los incentivos médicos son prácticas contrarias a la ética. Cilfa, que reúne a 45 laboratorios nacionales, envió su Código de Ética Empresarial. Destacó que "la promoción y la comercialización de productos debe ajustarse a las normas legales vigentes y a las buenas prácticas del sector", y remitió a una resolución de 2007 del Ministerio de Salud sobre la promoción de medicamentos de venta bajo receta. Allí se les prohíbe a los laboratorios "otorgar, ofrecer, prometer" a los médicos y su entorno algún beneficio, pero se les permite conceder becas de perfeccionamiento profesional. "Se prohíbe expresamente el condicionamiento a prescribir determinado producto", se aclara.
La cámara que representa a los laboratorios extranjeros respondió: "Las empresas que forman parte de Caeme cumplen con un estricto código de buenas prácticas que prohíbe expresamente los incentivos y que establece, entre otros aspectos, normas de transparencia en el relacionamiento con los profesionales de la salud. Cada una de las empresas en Caeme tienen sus propias y exigentes normas en la materia". En tanto, Cooperala, cuyas empresas representan el 20% del mercado de fármacos, aseguró: "No se pueden ofrecer incentivos porque hay una cuestión ética de por medio. Nunca la cámara recibió una denuncia".
Entonces, ¿los laboratorios no incentivan a los médicos? José Charreau, secretario de Acción Social de la AAPM, no dudó: "La respuesta es sí, los incentivan". Y agregó: "La industria manifiesta que se autocontrola con códigos de ética propios que incumple sistemáticamente. En realidad, es un argumento político para evitar leyes que regulen el mercado y la promoción de fármacos. Los visitadores médicos rechazamos estas prácticas corruptas. En todas las provincias se elaboraron leyes de profesionalidad, en las que la AAPM estuvo desde su génesis, y establecen que la promoción de los medicamentos debe regirse por pautas éticas y científicas, sin inducciones económicas, viajes, prebendas o regalías. En general, quienes realizan estas acciones no son APM".
La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados está analizando un código de ética en el que participó la AAPM. Es el mismo texto que, aprobado por unanimidad en la Cámara baja, perdió estado parlamentario en un cajón del Senado. La misma resistencia encontró un proyecto de ley de la legisladora porteña Graciela Ocaña (Confianza Pública) para hacer públicos los incentivos que reciban los profesionales de la salud.
En Estados Unidos, la reforma del sistema de salud incluye por ley una iniciativa similar llamada Programa de Pagos Abiertos, que rige desde este año. Eso permitió conocer que la industria farmacéutica destinó el año pasado 3500 millones de dólares para 546.000 médicos y 1360 hospitales escuela. "El dinero o incentivo que reciben los profesionales en Estados Unidos es enorme e involucra todo tipo de intereses y formas. La Argentina no es ajena a eso", sostuvo Ocaña.
Para intentar resolver estos crecientes conflictos de intereses, promovió primero en Diputados y, ahora, en la Legislatura porteña, un proyecto para que estos incentivos sean públicos. "El proyecto encontró resistencia en los bloques, que se negaron sistemáticamente a darle tratamiento", dijo.
Para Constantino Touloupas, consultor independiente en políticas de medicamentos, hay que reconfigurar un sistema de prácticas tan naturalizadas que ya resultan atractivas hasta para los estudiantes de medicina. "Si la pregunta es si hay incentivos para que los médicos prescriban, la respuesta es sí. Y hay muchos que están convencidos de que eso no está mal, lo que es aún más grave", dijo Touloupas, que también es docente de farmacología y terapéutica de la UBA y la UNLP.
"Con un Estado en mal estado, sin funcionarios relevantes que puedan difundir normas éticas que debieran respetar los APM, los médicos y las empresas, y la industria que declara en el exterior que no va a sobornar más médicos, acá parece ser que no hay sobornos -señaló-. ¿Hay médicos que trabajan honestamente? Sí. ¿Hay médicos que quieren y tienen otra ética? Sí. El problema es que ya son minoría."
Ocaña consideró "imprescindible" transparentar los incentivos para proteger un bien aún mayor: la relación médico-paciente. "Es un vínculo muy especial, que si bien debe resguardarse, debe presentarse de la manera más transparente posible -indicó-. Los dineros que se pierden o se malgastan, ya sea por falta de políticas o por hechos de corrupción, afectan las prestaciones que reciben los pacientes. Las empresas y los laboratorios incentivan a los médicos a utilizar sus productos, aun cuando los sistemas de cobertura contemplan la provisión de insumos de iguales características que cumplen con todos los protocolos clínicos."
¿Bastaría con modificar la ley de prescripción por nombre genérico como se debate en el Congreso? Aparentemente, no. "Estamos basando toda una política en la hipotética exigencia de no sugerir una marca, lo que es una ficción -sostuvo Touloupas-. Un país que permite vales comerciales con un sticker o donde el recetario solidario sólo incluye la marca que tiene la promoción del laboratorio que ofrece esa receta está violentando la ley de prescripción por genérico. Acá se necesita la regulación del sistema. Si la industria puede tomar la información de mi receta en la farmacia e ir a visitar médicos para fortalecer la prescripción a cambio de dinero, el sistema está contribuyendo con el productor, no con el paciente. Y esa lógica colocó a la industria en la fabricación, la distribución, la gestión de convenios y la fijación de normas de reconocimiento de tratamientos de alto costo. ¿Y estamos esperando que se modifique una ley?"
Tres fuentes, una de ellas de alto rango en un ministerio, coincidieron en que la industria también es un fuerte promotor para ocupar cargos científicos, académicos y políticos en niveles de regulación y gerenciamiento.
"Todo esto lo saben las autoridades -aseguró Touloupas-. Quienes formamos médicos y farmacéuticos estamos muy preocupados porque hay que hacerlo en este sistema, que naturaliza esta práctica del incentivo o soborno. Y eso ya es de tal magnitud que parece que la noticia es que está mal. En realidad, el problema es que ocurre."

miércoles, 24 de diciembre de 2014

domingo, 21 de diciembre de 2014

La cruda realidad de los animales sagrados


Una ONG tuvo que ser avisada para apresar una cobra en un cajero.

Vacas, cobras y monos son considerados sagrados por los hindúes y es normal pensar que su estatuto divino les hace tener una mejor vida en la Tierra. De hecho, parece que la realidad es lo contrario.
El otro día un avión de pasajeros iba a despegar hacia Delhi cuando golpeó un búfalo de agua en la pista.
En la oscuridad de la noche, era imposible ver al pobre animal, que era negro de la cabeza a la cola.
Una semana antes, una ONG defensora de animales salvajes fue llamada para atrapar una serpiente cobra que estaba al acecho en un cajero automático.
No hace falta decir que no logró seducir con sus encantos a los clientes desprevenidos.
Y todo el verano, las quejas de monos entrando a casas y oficinas inundaron las líneas telefónicas de las instituciones.
Quizás porque se les atribuyen poderes mitológicos, estos animales suelen ser abandonados a su suerte.
Pero en un país donde la siempre creciente población sigue invadiendo su hábitat, la fauna de India necesita toda la ayuda posible.

En Delhi se pueden ver monos en los lugares menos pensados.

Los elefantes son un ejemplo. Sin duda, son un ícono de todo lo que es salvaje, majestuoso y colorido en India.
Pero en la actualidad, su situación también ilustra cómo los antiguos conceptos religiosos y nociones culturales están frenando su conservación.
Cualquiera que haya vivido en India sabe lo increíble que es de repente encontrar uno de estos paquidermos en tu vecindario.
Su enorme tamaño es lo primero que llama la atención.
Durante los festivales religiosos además son decorados e invitados a los templos hindúes, donde los devotos los alimentan con kilos de chapattis y dulces.
Los ven como representación del dios Ganesha, que tiene cabeza de elefante.
En parte por esta fascinación, los elefantes son capturados y contratados para eventos. Pero su vida en la cuidad está lejos de ser celestial.
Recientemente, dos elefantes de Delhi fueron golpeados por camiones cuando trataban de aprovechar las bajas temperaturas de la noche para caminar.

Elefante
Son celebrados en las fiestas y olvidados luego.

El problema es que sus cuidadores escogieron la transitada carretera circunvalar para el paseo. Uno quedó ciego y el otro apenas se mantiene tras el accidente.
Una ONG local llevó los animales heridos a un santuario.
Pero su veterinario me dijo que encuentra muchos elefantes desnutridos y sufriendo en las ciudades.
El problema más común que tienen es que las plantas de sus patas padecen por el asfalto caliente, cristales rotos y clavos. Las lesiones suelen ser muy dolorosas e incluyen abscesos que pueden derivar en cáncer.
En Delhi viven ocho elefantes que trabajan. Seis desaparecieron el año pasado y se supone que murieron.
Y mientras la ciudad no está otorgando más licencias para nuevos elefantes, tampoco provee protección para los que quedan.
El responsable de la fauna salvaje en Delhi admitió que tiene pocos recursos. Su única respuesta, dijo, era conseguir que los dueños se fueran de la ciudad voluntariamente y que se llevaran a los elefantes. Pero no está pasando.

Los elefantes sufren mucho por el asfalto caliente, los cristales y clavos.

Junto al río Yamuna me encontré con Heera, elefante de 50 años que ha sido la principal atracción de fastuosas bodas, cumpleaños y otros festivales religiosos.
Heera solía vivir junto al Yamuna, un contaminado río donde, no obstante, el aire fresco, el espacio y el forraje son más fáciles de conseguir.
Pero hace unos años, la ciudad prohibió que hubiera elefantes en la zona y Heera tuvo que ser llevada a un barrio pobre y superpoblado donde las calles de hormigón apenas son los suficientemente anchas como para que pase.

Monos en la calle
Se estima que 10.000 micos viven en la capital india y se les acusa de ser violentos y hasta de causar muertes.

Ahora al río sólo va de visita.
Aunque tiene un microchip y ocasionalmente es chequeada por un inspector, no hay apoyo veterinario.
El dueño de Heera, en el negocio de los elefantes durante generaciones, se niega a dejar la ciudad y cree que el animal es parte de la idiosincrasia de Delhi.
Siente que su devoción y la de otros es todo lo que necesita el elefante. Aparte de kilos de caña de azúcar.
Pero el veterinario que rescató los dos elefantes accidentados por un camión dice que la ciudadanía necesita afrontar la realidad respecto a animales en peligro, aunque sean sagrados.
"Si la gente cree que en Ganesha, tienen la opción de pedir una bendición. ¿Para qué necesitan al animal? Los elefantes no pertenecen a la jungla de concreto", dice.
Seguramente eso es cierto también para los monos, las vacas, las cobras o las jaurías de perros callejeros, todos protegidos por ley pero sufriendo de numerosas infecciones y lesiones.

Vaca
Las vacas son también sagradas.

Así sean considerados sagrados o profanos, así la ciudad sea su hábitat natural o no, todas esas especies necesitan de deseperadamente la ayuda de los humanos.
El nuevo gobierno de India llegó al poder prometiendo priorizar inodoros a templos. Tal vez, de forma similar, deba poner el bienestar de los animales sobre el culto.