Una tormenta geomagnética espacial desatada por una erupción solar, como la que estalló en dirección a la Tierra la semana pasada, podría causar estragos en un mundo moderno cada vez más dependiente de los aparatos electrónicos, según expertos.
La sociedad contemporánea es cada vez más vulnerable al clima espacial debido a su dependencia
a sistemas vía satélite para sincronizar ordenadores, sistemas navegación aérea, redes de
telecomunicaciones y otros equipos electrónicos. Una tormenta solar potente podría alterar estas
tecnologías, chamuscar los satélites, generar grandes caídas en las bolsas de valores y causar
cortes de energía que podrían durar semanas o meses, señalaron este fin de semana expertos en
la reunión anual de la asociación estadounidense para el avance de la ciencia.
FOTO Y VÍDEOLa sociedad contemporánea es cada vez más vulnerable al clima espacial debido a su dependencia a sistemas vía satélite para sincronizar ordenadores, sistemas navegación aérea, redes de telecomunicaciones y otros equipos electrónicos.Una tormenta solar potente podría alterar estas tecnologías, chamuscar los satélites, generar grandes caídas en las bolsas de valores y causar cortes de energía que podrían durar semanas o meses, señalaron este fin de semana expertos en la reunión anual de la asociación estadounidense para el avance de la ciencia.
La situación se torna aún más grave porque el ciclo solar se dirige, en los próximos 11 años, a un período de actividad más intensa.
"No se trata de si va a ocurrir, sino de cuándo va a ocurrir y qué tan grande será", dijo Jane Lubchenco, de la administración nacional oceánica y atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés).
"La última vez que tuvimos un ciclo solar de intensidad máxima, hace unos 10 años, el mundo era un lugar muy diferente. Ahora, los teléfonos móviles son ubicuos; antes claro que había algunos, pero no contábamos con ellos en tantos sentidos como sucede actualmente", dijo.
"Muchas de las cosas que damos por sentadas hoy en día son mucho más vulnerables al clima espacial de lo que ocurría cuando tuvimos el último período solar máximo".
Los expertos admitieron que, en la actualidad, no se puede hacer demasiado para predecir tales tormentas y mucho menos proteger la red eléctrica del planeta, más allá de apagar la energía en algunas zonas vulnerables hasta que pase el peligro.
Pero "por favor no entren en pánico", advirtió Stephan Lechner, director del centro de investigación conjunta de la Comisión Europea, causando hilaridad entre científicos y periodistas del público. "Exagerar las cosas sólo las empeorará".
El talón de Aquiles de la era moderna son los sistemas de posicionamiento global, o aparatos GPS, que proporcionan ayuda para la navegación y geolocalización, pero además sirven como sincronizadores de tiempo real en redes de ordenadores y equipos electrónicos, dijo Lechner.
"Los GPS son muy útiles y crearon una nueva dependencia", dijo Lechner, recordando que la influencia de esta tecnología se extiende a la industria aeroespacial y a la defensa, a la tele y radiodifusión digital, a los servicios financieros y a las agencias de gobierno.
Gobiernos del mundo trabajan en estrategias de cooperación y transferencia de información de cara a la próxima tormenta solar, aunque los especialistas reconocen que no pueden anticipar cuándo va a ocurrir. "En realidad no podemos predecir si habrá una gran tormenta dentro de seis meses, pero sí podemos advertir cuándo las condiciones son perfectas para que ocurra una tormenta", dijo Juha-Pekka Luntama, de la agencia espacial europea.
El martes pasado, a la 01H56 GMT, una enorme erupción solar, la mayor en cinco años, envió un torrente de plasma ionizado hacia la Tierra a una velocidad de 900 Km/segundo. La erupción encendió auroras y perturbó algunas comunicaciones radiales, pero los efectos se limitaron en gran medida a latitudes boreales.
"En realidad, resultó que esta vez estábamos bien protegidos. Los campos magnéticos estaban alineados en paralelo, así que no ocurrió nada grave", dijo Luntama. "De lo contrario, las cosas habrían sido muy distintas".
En 1972, una tormenta magnética resultante de una erupción solar sumergió en la oscuridad a seis millones de personas en Quebec, Canadá.
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