miércoles, 2 de febrero de 2011

Los niños empresarios conquistan EE UU

 - miércoles 26 de enero de 2011


Una nueva generación de empresarios precoces ha emergido en el mercado estadounidense: miden poco más de un metro de estatura y no tienen edad de conducir, pero han conseguido que sus compañías facturen cientos de miles de dólares al año.
Anna Tselevich, Abbey Fleck y Maddie Bradshaw aún no han llegado a la adolescencia, pero ya son reconocidos emprendedores. Con la ayuda de sus padres, estos niños prodigio de los negocios han sido capaces de convertir cajas de cartón, platos para bacón o las chapas de los refrescos, en prósperos negocios.
Cuando con sólo 4 años sus padres compraron un nuevo frigorífico, Ana Tselevich se dio cuenta que lo importante no era el electrodoméstico, sino el envoltorio. Ella fue capaz de hacer lo que la mayoría de los niños ni se plantearía. Se pasó semanas recortando, pintando y acondicionando su nuevo juguete: una caja de cartón que haría las veces de casa de juegos.
Jugando creó un juguete
Así nació Box-O-Manía, una compañía que vende cajones de plástico gigantes y ultraligeros par que los pequeños de la casa los decoren a su gusto con pegatinas de colores intercambiables y reutilizables. "Es como tener una gran caja de cartón, pero mucho mejor. Con ella, los niños pueden expresar toda su creatividad", asegura Tselevich, que ahora es una ocupada mujer de negocios de sólo 12 años.
La pasión por las cajas de plástico es tal, que hace sólo unos meses ha cerrado un acuerdo con la multinacional del cómic Marvel para crear una línea temática con sus superhéroes más populares. El primero será Iron Man. Este acuerdo demuestra que los niños como Ana Tselevich ya se han olvidado de los pequeños puestos de limonada y piensan a lo grande.
Pequeños inventos de gran utilidad
Algo que también hace Abbey Fleck, que convirtió su pasión por el bacón en una patente millonaria. "Una mañana de sábado, cuando tenía 8 años, mi padre y yo estábamos cocinando bacón. Como no teníamos toallitas de papel a mi padre no se le ocurrió otra cosa que usar las páginas del periódico para quitar el exceso de grasa", cuenta la pequeña Abbey, que recuerda cómo su madre "se volvió loca" con la ocurrencia de su progenitor. Para evitar más peleas familiares, la niña diseñó un plato en el que se cuelgan las tiras de bacón que dejan caer la grasa sobre una superficie absorbente.
El invento, que cuesta 10 dólares la unidad, es un éxito de ventas en grandes cadenas de distribución estadounidense como Kmart, Wallmart o Target, y la joven empresaria ya ha pasado por los famosos shows televisivos de Oprah y David Letterman.
Un éxito adolescente que ha conseguido también Maddie Bradshaw, que con su compañía M3 Girl Designs, vende mensualmente más de 50.000 collares hechos con chapas de botellas de refresco. Parece sencillo pero, ¿por qué no se le ocurrió a nadie antes?

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