viernes, 27 de agosto de 2010

El Amor siempre perdona a sus enemigos:



El perdón siempre será necesario mientras contemples en el prójimo a un contrincante, a un oponente (sobre todo, cuando ese rival es tu pareja); pero cuando nuestra percepción está saturada de Amor incondicional, el perdón deja de ser necesario, pues el Amor es incapaz de contemplar enemigo alguno.

A tal respecto, la mística norteamericana Mary Baker Eddy sentencia: “¿Quién es tu enemigo a quien debes amar? ¿Es un ser viviente o una cosa que no es sino fruto de tu propia creación? ¿Puedes ver un enemigo, a menos que primero le hayas dado forma y luego contemples el objeto de tu propia concepción? ¿Qué es lo que te daña? ¿Pueden las circunstancias o cualquier otra cosa creada separarte del Amor que es el bien omnipresente –que bendice infinitamente a uno y a todos? (…) Ama a tus enemigos es idéntico a No tienes enemigos. El Amor no mide con la vara de la justicia humana, sino con la misericordia divina (...) La única justicia que me siento capaz de hacer ahora es la de la misericordia y la caridad hacia todos”.

Claro, a la mayoría de nosotros nos llevará algún tiempo alcanzar esta visión tan clara de las cosas. Porque es evidente que cuando nos deslizamos del sistema de pensamiento del miedo (basado en la culpa y el ataque) al sistema de pensamiento del Amor (basado en la responsabilidad y el perdón), pasamos por un período de transición...

Al transitar por esa pantanosa región intermedia, el Amor ya está haciendo sentir en ustedes sus benignos efectos: la firme voluntad de romper el ciclo del miedo, la culpa y el desamor; la renuencia a repetir errores y –lo más importante- el afán de corregirlos; la actitud de buscar ayuda –en los amigos, en los libros, en los guías, en el ayuno, en la oración, en las disciplinas espirituales, en los maestros, y sobre todo, en el Dios que es Amor; después, es inevitable que sobrevengan un creciente estado de confianza, una gradual curva de mejora (con sus eventuales caídas y retrocesos); finalmente, en la medida que transformemos cada culpa en gozoso aprendizaje, cada rencor en perdón, cada enemigo en amado prójimo, cada miedo en fulgurante alegría, todas las ayudas y requerimientos que necesitemos en nuestro viaje de regreso al Amor aparecerán (esto lo sé con certeza: mientras sano y rehabilito mi percepción de la Realidad, todos los recursos necesarios me van siendo facilitados por la divina gracia del Uno).

El cantautor español José Luis Perales pinta muy bellamente la experiencia del afecto incondicional en esa inmejorable plegaria que es su canción “Por Amor”:

Es hermosa la vida si hay Amor

Es hermoso el paisaje si hay color

Es hermoso entregarse por entero a alguien

Por Amor

Por Amor

Es más corto el camino si somos dos

Es más fácil fundirse si hay calor

Es mejor perdonarse que decir “lo siento”

Es mejor

Es mejor

Por Amor

Es fácil renunciar y darlo todo sonriéndote

Por Amor

Es fácil abrazar a tu enemigo sonriéndole

Por Amor

Es más fácil sufrir la soledad

Por Amor

Es más fácil vivir en libertad

Le quedo agradecida a Tahíta.

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