martes, 31 de agosto de 2010

El veneno nuestro de cada día:



Adicción o intoxicación son palabras que asociamos con drogas y alcohol. Sin embargo, numerosos estudios demuestran que ciertos alimentos que consumimos diariamente provocan no solo adicción, sino enfermedades como el cáncer, el estrés y la depresión.

La calidad y la cantidad de comida que ingerimos determinan nuestra salud, además de nuestros pensamientos y sentimientos. Este postulado del Ayurveda y la macrobiótica, de miles de años de antigüedad, hoy en día es aceptado por la comunidad científica. Estudios recientes demostraron que la mala alimentación genera tanta adicción como cualquier otra droga, además de provocar enfermedades cardíacas, degenerativas, ginecológicas y hematológicas, entre otras.

La medicina ayurvédica explica la adicción de esta manera: la comida determina el guna o cualidad a generarse en la persona que la consume (excitación o letargo según sea rajásica o tamásica). A la vez, esta cualidad vuelve a buscar la comida análoga a ella; de esta manera se mueve el círculo vicioso. Los alimentos que el hombre consume en la actualidad son esencialmente rajásicos y tamásicos. “Esta es la razón por la cual existe crueldad e inquietud en la mente de los hombres, además de una salud física demasiado deteriorada”.


DAME MÁS

Los Doctores Paul J. Kenny y Paul M. Johnson del Instituto de Investigación The Scripps de Florida, EE.UU., aseguran que el cerebro impide abandonar el hábito de comer “comida chatarra”. Un estudio que llevaron a cabo para el Instituto, demostró que los consumidores de este tipo de alimentos son tan adictos como los fumadores, alcohólicos o drogadependientes. El circuito es el mismo: la comida crea una reacción química en el cerebro, al igual que otras sustancias adictivas. Así, el sistema se deteriora causando una respuesta cada vez menor. Entonces se necesita más para provocar el mismo efecto.

Pero la comida chatarra, tan común en Estados Unidos, no es la única fuente de adicción alimentaria. En muchos países latinoamericanos la dieta está basada en productos vacunos como la carne y los lácteos. El Dr. Jorge V. Esteves, médico oncólogo especialista en Nutrición, asegura que la carne aumenta la adrenalina y reduce la serotonina cerebral, lo cual aumenta la ansiedad, el estrés, la angustia y el insomnio. Es decir, la cualidad rajásica.

Por si fuera poco, la carne aumenta no solo el apetito sino los deseos adictivos en general, como al cigarrillo, alcohol, drogas, dulces, etc. Con respecto a la cantidad de médicos que siguen recomendando los alimentos vacunos, el Dr. Esteves opina: “Aquel médico o nutricionista que todavía defienda la carne, la leche y sus respectivos derivados, no debe ser atacado, sino informado”.

Junto con el Dr. Carmelo R. Nicotra, el Dr. Esteves trató a miles de pacientes y llegó a la conclusión de que el 75% de la población padece de SEDA (Síndrome de Estrés, Depresión y Adicciones). Sus síntomas abarcan el sobrepeso, cansancio, depresión, deseo de dulces, harinas u otras adicciones, falta de concentración o memoria, falta de bienestar, estreñimiento y colesterol entre otros. Al Dr. Nicotra le llamó la atención en 1981 que la mayoría de sus pacientes depresivos agudizaban su depresión a media mañana y a media tarde. Cambiando el horario de ingestas, también cambiaba el horario de las crisis depresivas, de ansiedad y angustia. Esto lo llevó a estudiar sus curvas de glucemia y a detectar el SEDA.

Todos estos síntomas se deben principalmente a una mala alimentación. Las carnes rojas y blancas, los embutidos, los lácteos, los azúcares, edulcorantes artificiales y las harinas blancas generan múltiples enfermedades junto a otras causas. Estos productos constituyen los factores dietéticos más importantes que intervienen en la generación de casi todas las enfermedades, mas aun cuando su consumo no es ocasional.

Conjuntamente con el Dr. Hernán Salas, descubrieron la sistematización del diagnóstico y tratamiento de este trastorno con un grado de alta efectividad. Si bien las dietas son personalizadas según la enfermedad física y emocional del paciente, básicamente recomiendan lo siguiente: cereales integrales y sus subproductos, verduras de todo tipo, legumbres y sus múltiples derivados como la leche, el queso y la carne de soja; semillas, hongos, algas marinas, condimentos saludables (como la sal marina), brotes, frutas frescas y secas.

La afamada oncóloga y nutricionista suiza Dra. Catherine Kousmine (1903-1992) también sostenía que gran cantidad de enfermedades degenerativas (esclerosis múltiple, artrosis, diversos cánceres, etc.) eran consecuencia directa de la alimentación con productos alterados por la industria. Insistía en la necesidad de comer cereales recién molidos y aseguraba que "sin salud no existe alegría de vivir ni felicidad verdadera".

LOBOS CON PIEL DE CORDERO: LOS LÁCTEOS

En su libro "Los lácteos y las cien enfermedades que provocan”, el Dr. Esteves asegura que estos toman desprevenidos a quienes creen estar consumiendo algo natural y saludable: “Difícilmente pueda encontrarse en la Naturaleza algo más perjudicial para un ser humano que todo lo que viene de la vaca. Y no me refiero sólo a la carne y sus derivados, sino también a la leche, quesos y otros lácteos. Aclaramos esto porque es muchísima la gente que dejó o disminuyó mucho la carne, creyendo que para compensar conviene comer más lácteos”. ¿El resultado? “De mil pacientes oncológicos atendidos, quinientos desarrollaron cáncer luego de hacerse ovolactovegetarianos y aumentar los lácteos.”

La Profesora Jane Plant, PhD, CBE, autora del libro "Your life in your hands" (Tu vida en tus manos), fue diagnosticada de cáncer de mama a los 42 años. Era una bioquímica exitosa (ahora Jefe científica del British Geological Survey) y creía que llevaba una vida sana: “Mis primeras sesiones de quimioterapia no tuvieron ningún efecto. El tumor seguía del mismo tamaño. Entonces suprimí los productos lácteos”, cuenta la Prof. Plant. “En sólo unos días el tumor empezó a encogerse. Seis semanas después de haber suprimido los productos lácteos de mi dieta, palpé el tumor. Ya no quedaba nada”, relata en su libro. “Los médicos no podían creerlo. Ninguno esperaba que yo sobreviviera con mi tipo de cáncer al nivel que estaba (ya había invadido el sistema linfático).”

La convicción de Jane Plant de que los productos lácteos pueden causar cáncer viene del complejo químico de la leche, que descubrió gracias a su profesión. Ella no tenía un historial familiar de cáncer de mama. De hecho, descubrió que sólo del 5 al 10% de los cánceres de mama son el resultado de genes heredados, y la enfermedad no siempre se manifiesta, aún en aquellas personas que llevan el gen mutado.

El problema fundamental de los lácteos y derivados, incluso descremados o biológicos, orgánicos o biodinámicos, es que concentran -entre otros cancerígenos naturales o adicionados-, el factor de crecimiento epitelial (ECF) que normalmente produce la vaca (junto con otras peligrosas sustancias para un ser humano) para hacer crecer a su ternero… ¡de O a 200 kilos en un año! “Esto mismo en un bebé humano y más aún en un adulto que consume quesos, dulce de leche, leche condensada, etc., es una aberración cotidiana que la gente hace creyendo que es bueno”, explica el Dr. Esteves.

El consumo de lácteos es un hábito difícil de desterrar porque muchos lo hacen para evitar la osteoporosis. Según el Dr. Néstor Horacio Frattini, Presidente de la Sociedad Argentina de Terapéutica Celular y Biológica, esto es un error. “Las razones por la que se recomendaba la leche no son válidas. Además los lácteos producen mucho daño.” El primer paso es tomar conciencia de que la leche no es efectiva en su pretendido aporte de calcio. La prueba de esto es que Dinamarca, EE.UU. y Uruguay, los países con mayor consumo de lácteos, registran los porcentajes más altos de mujeres mayores de 50 años con osteoporosis.

El estudio más voluminoso e incuestionable de la historia de la Nutrición, hecho para la Universidad de Cornell, Oxford y el Ministerio de Salud de China, dirigido por el Dr. Campbell y disponible en Internet (40.000 páginas) demostró irrefutablemente que los lácteos, lejos de evitar la osteoporosis, la generan, ya que roban mucho más calcio del que aportan. El doctor Esteves asegura que, por si fuera poco, “Este calcio se deposita en cualquier parte menos donde lo necesitamos, pues al parecer su memoria molecular está programada para alimentar a un ternero, no a un humano”.

Más importante que hacerse chequeos regulares de salud, que son preventivos solo en un nivel secundario, es la prevención primaria, “que pasa por detectar en cada persona y corregir a tiempo, pero sin obsesión ni fanatismos, las potenciales causas de una eventual enfermedad, tanto física como anímica, para dejar de seguir echando leña al fuego”. Es decir, para dejar de envenenarnos.
Publicado por Tahíta
-------------------------------------------------------------------------------------
Estoy leyendo un libro del cual ya les contaré, que muestra hasta qué punto la ingesta puede sanarnos (o destruirnos).
Maitri

2 comentarios:

  1. Gracias por la informacion,realmente ignoramos muchas cosas lamento que no tenga mas difusion en los medios masibos.

    ResponderEliminar
  2. También lo lamento, por eso hago lo que está a mi alcance en estos momentos.
    Un saludo.

    ResponderEliminar