sábado, 4 de mayo de 2013


Consumo responsable

Salvar la comida que se tira

Por día, en la Argentina se desechan cientos de toneladas de alimentosque podrían canalizarse por medio de instituciones solidarias y ayudar a paliar el hambre
Por   | LA NACION

Son las 11.45 y las mesas ya están llenas en el comedor que la ONG El Pobre de Asís tiene en Coghlan. Allí desayunan, almuerzan, meriendan y cenan alrededor de 140 personas en situación de calle, en su mayoría hombres mayores de 40 años, pero también lo hacen mujeres y niños.
Uno de ellos es Luis, de 41, que hace uno y medio se quedó sin trabajo, estuvo viviendo tres días en la calle, pasó una temporada en el parador que el gobierno de la ciudad tiene en Retiro y hoy vive en una pieza alquilada en San Martín. Se acercó a la Fundación El Pobre de Asís para poder recuperar su vida y está librando esa batalle día a día. "Acá aprendí a manejar la computadora, me dieron ayuda psicológica y contención. Si no vengo a comer acá me voy a drogar", sostiene este hombre que mientras termina una milanesa con arroz, cuenta que acaba de perder su trabajo, pero está buscando nuevas oportunidades.
A su lado está Daniel, de 54 años, que como también está desempleado va a la fundación desde la mañana hasta la noche. Además de tener aseguradas las cuatro comidas, Daniel aprovecha para ayudar con lo que haga falta. "Porque cuando uno está en la calle empieza a pensar en macanas y acá uno está contenido", asegura.
Esta entidad es una de las 563 organizaciones beneficiarias de la Fundación Banco de Alimentos de Buenos Aires, gracias a la cual consigue cubrir el 25% de los insumos alimentarios de este comedor. Pero esta entidad también cuenta con el Centro Comunitario Padre Mujica ubicado en la villa 31, en el que todos los días se reparten 500 viandas para que los grupos familiares puedan cenar. Allí, el peso de los artículos recibidos de manos de la Fundación Banco de Alimentos es casi decisiva: el 65% se cubre de esta manera.
 
En pleno centro porteño, una persona llega al extremo de meterse en un tacho de basura en busca de comida. Foto: LA NACION / Mariana Araujo
Por eso, en una Argentina en la que según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), alrededor de 2 millones de personas pasan hambre con frecuencia, genera indignación que todos los días cientos de toneladas de alimentos que podrían canalizarse de manera solidaria terminen en la basura.
Según el Estudio de calidad de los residuos sólidos urbanos realizado en 2011 por el Instituto de Ingeniería Sanitaria de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires y el Ceamse, se estima que en la ciudad de Buenos Aires se tiran aproximadamente entre 200 y 250 toneladas de alimentos que podrían ser reutilizados por día, que representan a 550.000 raciones de comida. En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) esta cifra asciende a 670 toneladas por día, lo que podría utilizarse para generar 1.675.000 platos de comida. "Son productos alimentarios sin consumir o a medio consumir que podrían haber servido como alimento para otros. La solución consiste en cambiar los hábitos y las costumbres de la gente en la forma de comprar, y concientizarlos sobre que si no van a consumir algunas cosas, las pueden donar. La gente aprovecha las ofertas 3x1 porque es más barato, pero después termina tirando los productos. Cuando hacemos los estudios de calidad en verano vemos que la gente se va de vacaciones, desconecta el freezer y tira la comida congelada, que se podría haber donado a un comedor o buscado otro destino", afirma Marcela De Luca, docente del Instituto de Ingeniería Sanitaria de la Facultad de Ingeniería de la UBA.
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Los restaurantes son grandes desechadores de alimentos que podrían servir para paliar el hambre. Foto: Silvana Colombo
La problemática del derroche de alimentos tiene escala mundial y cada país intenta resolverla a su manera. Según un reciente informe del Instituto de Ingenieros Mecánicos de Londres, la mitad de los alimentos que se producen en todo el mundo, equivalente a 2000 millones de toneladas, va a la basura. De acuerdo con esta institución, el mal almacenamiento, las fechas muy estrictas sobre vencimiento en el empaquetado y consumidores muy exigentes son las causas de este derroche.
Los desperdicios de alimentos son de distinta índole y se producen en cada eslabón de la cadena de alimentos: cultivo, producción, procesado, distribución, comercialización y consumo.
Las mayores pérdidas de alimentos se producen, principalmente, en las etapas de producción (cosecha, procesamiento y distribución), mientras el desperdicio de comida se produce con los minoristas y los consumidores en el final de la cadena alimentaria. Una gran cantidad de la pérdida de alimentos ocurre en la última etapa y una alta proporción después de que los alimentos hayan llegado al consumidor. Alrededor de la mitad son desechos inevitables, mientras que el resto son alimentos perfectamente comestibles que se tiran. Eso se debe al comportamiento del consumidor, las regulaciones de calidad, los precios del mercado y la mala coordinación de la cadena de alimentos.
Por ejemplo, esto es lo que sucede en los restaurantes, las cadenas de comida rápida y las cocinas para comercios, que a menudo tiran grandes cantidades de comida como resultado de su almacenamiento, preparación y forma de servirla, y casi igual después de servirla, a menudo porque las raciones son demasiado grandes y por la falta de formación de quienes manejan la comida.
En nuestro país son numerosas las trabas que llevan a que comida perfectamente en buen estado no llegue, en tiempo y forma, a las organizaciones que brindan asistencia alimentaria a los más necesitados. Barreras legales, fiscales, logísticas, financieras y educativas son las que hay que derribar para modificar esta situación.
En este sentido, el trabajo que realiza a diario la Red Argentina de Banco de Alimentos junto con sus 17 bancos de alimentos para reducir el hambre y mejorar la nutrición de la población más vulnerable, es fundamental. Los bancos de alimentos actúan como un canal transparente y sustentable para las empresas de la industria alimentaria, productores agropecuarios y la industria supermercadista, captando donaciones de alimentos 100% aptos para el consumo humano, que por diversos motivos han salido de la cadena comercial, llegando así a quienes más lo necesitan.Los motivos por los cuales un alimento sale de la cadena comercial son variados: defectos en el envoltorio o envasado, fecha de vencimiento próxima, poco éxito en el mercado, productos estacionales, excedentes de producción y devoluciones.
"Hay zonas no explotadas, mercados a los que no podemos llegar por falta de recursos, infraestructura y fletes.En cuanto a alimentos secos dependemos mucho de las empresas, que en los últimos años han ajustado muchísimo su línea de producción y tienen mucho menor cantidad de productos que desperdician y pueden donar", cuenta José Reboratti, miembro del Comité Asesor de la Red Argentina de Bancos de Alimentos.En cuanto a las pérdidas en la etapa de producción, Cecilia Theulé, directora ejecutiva de Solidagro Asociación Civil, sostiene que existen diferentes escenarios. Mientras que en el sector agropecuario (cereales y carnes, también azúcar) y en la cadena de leche, el desperdicio en la producción es mínimo porque la cadena productiva es de una enorme eficiencia. No sucede lo mismo cuando hablamos de frutas u hortalizas.
"La venden por anticipado y el excedente no se puede embarcar. Entonces, al no tenerse en terreno sistemas de conservación o de procesamiento (cámaras de frío o fábricas de transformación primaria o secundaria), se genera un problema de logística y se prefiere muchas veces tirar cerca del lugar de producción que intentar generar una cadena de conservación, transporte y distribución puntual para una carga", dice Theulé, a la vez que agrega que en el caso de las hortalizas la producción está a veces atomizada y sus pérdidas globales pueden ser mayores, pero el impacto es más pequeño por los niveles de producción menores.
¿Qué se puede hacer para mejorar este escenario? Generar un mayor diálogo creativo con otros actores de la sociedad (ONG, Estado y empresa) para encontrar modos de acercar el producto excedente o procesar el alimento para que efectivamente se incorpore en la cadena de alimentación con el mínimo desperdicio; estudiar los procesos a nivel de las cámaras (dentro de sus planes de RSE o sustentabilidad) para coordinar acciones complementarias entre empresas y productores primarios; promover procesos de concientización en el sector empresario y contar con otra estructura de fletes. "La pérdida de la red ferroviaria vuelve al productor dependiente del camión y por tanto encarece el transporte (atado indefectiblemente al costo de la nafta y a la oferta) y la distribución. Claramente ha sido una gran pérdida no contar hoy con la red de trenes que facilitaba el transporte de carga de los lugares de producción a los centros de abastecimiento, transformación o consumo", expresa Theulé.
 
En los grandes eventos suele tirarse mucha comida. Foto: Archivo 
En el caso de los restaurantes, las cadenas de comida rápida y las cocinas para comercios, a menudo suelen tirar grandes cantidades de comida como resultado de su almacenamiento, preparación y forma de servirla, y casi igual después de servirla, a menudo porque las raciones son demasiado grandes y por la falta de formación de quienes manejan la comida.
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Un ejemplo exitoso de alianza entre sector privado y social es la constituida por la Red Argentina de Bancos de Alimentos junto con el sector empresario. Sólo durante 2012 lograron distribuir 7100 toneladas de alimentos entre 1570 organizaciones (comedores, centros de apoyo escolar, centros comunitarios, hogares de niños y ancianos), llegando a 230.000 personas (el 73% son niños y adolescentes menores a 17 años). Pero el dato que resulta esperanzador -pero que a su vez nos interpela como sociedad- es que dadas todas las condiciones necesarias, esta red podría (en el lapso de 3 años) darle un destino solidario al doble de alimentos que hoy canaliza. Esto quiere decir que si se producen cambios que generen un mayor compromiso del sector empresario, se podría evitar que 7000 toneladas de alimentos por año terminen en la basura.
Si este círculo virtuoso resulta tan beneficioso para todos, ¿por qué no se expande por todos los rincones del país, alcanzando a todas las empresas y a todas las ONG necesitadas? En primer lugar, porque el marco legal que rige sobre este tema termina desalentando las donaciones.
La ley del Buen Samaritano, o ley Donal, establece un régimen para la donación de alimentos y limita la responsabilidad civil de los donantes de alimentos evitando que si una persona se intoxica o tiene algún inconveniente con algún alimento donado, la empresa no se vea perjudicada legalmente si ha realizado la donación de buena fe.
 
Foto: Oliver Kornblihtt / AFV
En nuestro país, en diciembre de 2004 se aprobó la ley Donal sobre la base de un proyecto de Ley presentado por el entonces diputado Fernández Valoni. Pero en enero de 2005, el Poder Ejecutivo vetó su artículo 9, que trata sobre la responsabilidad civil de los donantes, dejando sin respaldo a las empresas frente a posible juicios ."Hace falta una ley que simplifique la donación de alimentos para las empresas. Desde ya que eso requiere condiciones básicas. El sector privado hoy no se quiere meter en una operatoria complicada y por eso el Estado tiene que simplificar el proceso y apoyar a las instituciones que están trabajando el tema", sostiene Daniel Arroyo, ex viceministro de Desarrollo Social de la Nación.
A pesar de no tener un respaldo legal, más de 200 empresas donan productos a los bancos de alimentos del país, porque confían en su forma de trabajo. "Nuestro modelo se basa en la trazabilidad y en la transparencia de nuestras actividades u operaciones. El donante sabe el recorrido que hace el alimento desde que sale de su depósito, pasa por el banco de alimentos, se clasifica, almacena y luego distribuye entre las organizaciones de ayuda comunitaria. Periódicamente se les envía un informe con el destino o uso que se realizó sobre su donación. A su vez están invitados a acercarse a los bancos de alimentos para conocer el trabajo por dentro, e incluso se desarrollan programas de voluntariado corporativo donde los colaboradores de las empresas participan de jornadas de clasificación de alimentos, actividad esencial para que los alimentos lleguen en tiempo y forma a quienes más lo necesitan", dice Luis Eduardo Andreu, presidente de la Red Argentina de Bancos de Alimentos.
 
En todo momento del día, las personas revuelven la basura con el objetivo de rescatar alimentos en buen estado. 
Danone es una de las empresas que luego de la crisis de 2001 comenzó a donar periódicamente a la Fundación Banco de Alimentos de Buenos Aires. "El problema es la logística para poder trasladar los productos. Nosotros utilizamos nuestra red de camiones para llevar las donaciones al banco, pero muchas empresas chicas alimentarias quizá ni siquiera saben que existe esta posibilidad y si saben, no lo hacen por el costo del flete", explica Facundo Etchebere, director de Asuntos Corporativos de Danone.
Precisamente la logística es una de las principales limitantes de los bancos de alimentos para poder recibir más donaciones. José Reboratti, miembro del Comité Asesor de la Red Argentina de Bancos de Alimentos, explica que los bancos de alimentos son similares a una empresa de distribución y por eso tienen una capacidad que se adapta a lo que están recibiendo y pueden distribuir. "Por eso hay veces que hay donaciones que no se pueden realizar, porque no estamos seguros de que las podamos distribuir en tiempo y forma antes de que venza el producto. Sucede que realizan una donación importante de alimentos en una zona y no nos da el tiempo de explotarla por no tener la logística para llegar a otros bancos. Lo mismo nos pasa con los lácteos porque la mayoría de los comedores no tiene freezer y no puede continuar la cadena de frío", comenta Reboratti.
En este sentido, Andreu -presidente de la Red Argentina de Banco de Alimentos- explica que como plan de acción tienen pensado incorporar algunos vehículos propios, mejorar las instalaciones de los depósitos con cámaras de frío para poder recibir y distribuir alimentos perecederos que por lo general tienen corta vida útil y deben ser consumidos en corto tiempo.
Por su parte, Candela Arias, gerente de Sustentabilidad y RSE de Carrefour, explica que la filosofía de la empresa es no tirar alimentos... o tirar la menos posible. "Y los aliados principales para esto son los bancos de alimentos. Todos los productos que no se pueden comercializar más, los llamamos merma. Tenés alimentos que por problemas de packaging no son aptos para comercializar, pero sí para el consumo. En la mayoría de los casos esto se dona al banco de alimentos", explica.
Desde la Red Argentina de Bancos de Alimentos cuentan que los alimentos que más necesitan son leche larga vida o en polvo, dada la importancia nutricional en los primeros años de vida, a su vez que cualquier elemento de la canasta básica familiar.
En el caso de Molinos Río de la Plata, Adela Saenz Cavia, gerente de Asuntos Institucionales y Comunicación, explica que desde la compañía realizan un trabajo integrado muy fuerte entre producción, suplay chain (cadena de abastecimiento), logística y el área institucional para no tirar producto y canalizarlo a través de los bancos de alimentos.
"Incluso hay una parte de la merma -por ejemplo si una máquina falla y algo se cae al piso- que obviamente no se puede donar. Lo que tenemos es una red para reutilizarlo, por ejemplo, como alimentación animal", explica Saenz Cavia.
Kraft es otra compañía que colabora desde hace muchos años con la Red Argentina de Banco de Alimentos. Incluso generaron una alianza para trabajar en un programa de recupero de frutas y verduras a nivel nacional. En dos años que lleva el proyecto se recuperaron más de 3.000 toneladas que fueron a comedores, que de otra manera hubieran terminado en un relleno sanitario o como comida para los chiqueros.
"Creo que para fomentar las donaciones por parte de las empresas, el Gobierno debería crear un régimen de donación especial para los alimentos y que la responsabilidad pase de mano en mano. Otra herramienta que también ayudaría es aumentar la tasa de descuento del impuesto a las ganancias que se aplica a las donaciones", propone Pedro López Matheu, director de Asuntos Corporativos y Gubernamentales de Kraft.
Sobre este punto, Andreu agrega que desde el Gobierno se podría apoyar el trabajo de la Red mediante el impulso de una ley que favorezca y aliente las donaciones de alimentos, como por ejemplo la ley del buen samaritano. "Consideramos oportuno que el Gobierno fomente el trabajo que realizan las organizaciones de la sociedad civil, trabajando articuladamente y alentando su institucionalidad. A su vez, participando a través del apoyo económico con subsidios y recursos."
Día a día, cientos de toneladas de comida terminan en la basura cuando otros millones de argentinos no tienen para comer. Pero increíblemente, la solución está al alcance de la mano: con pequeños cambios en los hábitos de consumo, reformas legales y fiscales, y un compromiso desde el sector empresario se puede acabar con el hambre en el país.

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