Puedo ver lo que estás pensando
Un equipo de investigadores de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos, logró reconstruir las imágenes que perciben nuestros ojos y procesa nuestro cerebro. En otras palabras: el dispositivo que el grupo creó -mediante resonancia magnética y complejos modelos informáticos- permite recrear cómo percibe el cerebro ciertas escenas. El hallazgo no es para despreciar: los científicos han sido capaces de reconstruir los equivalentes neurales de aquellas cosas que los sujetos han visto y recuerdan. El siguiente paso de los neurocientíficos será decodificar aquello que vemos moverse en nuestros sueños.
La cosa parece compleja, pero es como ver nuestras películas mentales en un monitor. Estas tecnologías capaces de meterse en nuestros sueños, en nuestros recuerdos y eventualmente en nuestro porvenir han sido largamente imaginadas por los principales autores de la ciencia ficción. En la película argentina "No te mueras sin decirme a dónde vas" (E. Subiela, 1995), un operador de cine construyó el Recolector de Sueños, una máquina tan fantástica como la existencia misma de la reencarnación, la cual le permitió apoderarse de pensamientos ajenos. En "Minority Report" (S. Spielberg, 2002), basada en un cuento de Philip Dick de 1956, unos agentes precognitivos -mucho más eficientes que los actuales detectives psíquicos- se anticipan a los crímenes: saben cuándo, cómo y dónde se van a cometer. Otro film que prevé un artefacto semejante es "Paprika" (S. Kon, 2006), un animé donde un grupo de científicos descubre cómo navegar a través de una Red Social de Soñantes y entrar en la mente de sus pacientes psiquiátricos para calmar sus ansiedades.
"Paprika" es la metáfora que más se acerca a los experimentos de la Universidad de Berkeley. Los investigadores, en un artículo que publica una nueva edición de la revista Current Biology, explican que se preparan para reconstruir imágenes internas, "las películas que suceden en nuestras mentes", precisó el doctor en neurociencias Jack Gallant.
Más que succionar producciones oníricas para proyectarlas a todo volumen, un material que puede sorprender tanto al lego como al soñante olvidadizo, esta innovación da chances de interacción a personas físicamente inhabilitadas, tal es el caso de quienes hayan sufrido enfermedades neurodegenerativas, víctimas de accidentes cerebrovasculares o personas en estado de coma. La cosa parece compleja, pero es como ver nuestras películas mentales en un monitor. Estas tecnologías capaces de meterse en nuestros sueños, en nuestros recuerdos y eventualmente en nuestro porvenir han sido largamente imaginadas por los principales autores de la ciencia ficción. En la película argentina "No te mueras sin decirme a dónde vas" (E. Subiela, 1995), un operador de cine construyó el Recolector de Sueños, una máquina tan fantástica como la existencia misma de la reencarnación, la cual le permitió apoderarse de pensamientos ajenos. En "Minority Report" (S. Spielberg, 2002), basada en un cuento de Philip Dick de 1956, unos agentes precognitivos -mucho más eficientes que los actuales detectives psíquicos- se anticipan a los crímenes: saben cuándo, cómo y dónde se van a cometer. Otro film que prevé un artefacto semejante es "Paprika" (S. Kon, 2006), un animé donde un grupo de científicos descubre cómo navegar a través de una Red Social de Soñantes y entrar en la mente de sus pacientes psiquiátricos para calmar sus ansiedades.
"Paprika" es la metáfora que más se acerca a los experimentos de la Universidad de Berkeley. Los investigadores, en un artículo que publica una nueva edición de la revista Current Biology, explican que se preparan para reconstruir imágenes internas, "las películas que suceden en nuestras mentes", precisó el doctor en neurociencias Jack Gallant.
El modelo computacional desarrollado por los neurocientíficos de Berkeley permitió predecir con exactitud la imagen que el sujeto miraba.
Los videoclips presenciados por los sujetos experimentales fueron elaborados con 18 millones de segundos de videos azarosos de YouTube. El equipo analizó la potencial actividad cerebral de cada clip. Y esa miríada de fragmentos visuales fue usada como una paleta de colores. El "pintor" (o sujeto experimental) usa las imágenes para replicar lo que ve según las reacciones del cerebro.
Estos experimentos coronaron el desafío al decodificar las señales cerebrales generadas por las imágenes en movimiento. "Nuestra experiencia visual natural es como ver una película", afirmó Shinji Nishimoto, coautor del estudio. "Para que esta tecnología tenga una amplia aplicación, debemos entender cómo procesa el cerebro las experiencias visuales dinámicas. La actividad cerebral registrada mientras los sujetos veían el primer set de videos fue almacenada en un programa que aprendió, segundo a segundo, a asociar los patrones visuales en la película con la correspondiente actividad cerebral", explican los autores.
El trabajo está en la línea de otras interfaces cerebro-máquina, donde pacientes con parálisis cerebral serían capaces de controlar computadoras con sus mentes. Estas tecnologías ofrecen unos márgenes de predictibilidad superiores al software de correos como gmail, que "prevé" posibles errores (por ejemplo, cuando "adivina" que nos olvidamos un adjunto porque detecta en nuestra correspondencia la palabra "envío" o "mando").
Ambos son, además, ejemplos catastróficos del fin de la privacidad.
Ilusamente pretendemos que nuestros sueños, así como nuestros diálogos electrónicos, puedan permanecer escondidos en el más protegido refugio de nuestra intimidad. Sin embargo, quién sabe si, en poco tiempo, serán aplaudidos o abucheados en una sala repleta de científicos, espías y censores.
¿Alguien será capaz de leer en nuestras mentes lo que habrá de suceder?
El futuro suele estar entre las pocas cosas que sólo vale la pena soñar y construir. Si nos depara algo peor, solamente lo podemos prevenir. Porque nadie lo puede vislumbrar.
Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4
Paprika (S. Kon, 2006)Paprika (S. Kon, 2006)
No te mueras sin decirme a dónde vas (Eliseo Subiela, 1995)No te mueras sin decirme a dónde vas (Eliseo Subiela, 1995)
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