miércoles, 13 de marzo de 2013


La mutación de las mariposas de Fukushima

Alas deformadas en un ejemplar de mariposa del área de Fukushima
Las flechas rojas indican deformaciones e irregularidades en las alas.
La exposición a material radioactivo tras el desastre de Fukushima causó mutaciones en las mariposas de Japón, según un nuevo estudio.
Las mariposas recolectadas luego del accidente muestran cambios en la longitud de sus patas y antenas, así como en la forma de las alas.
"Se pensaba que los insectos eran muy resistentes a la radiación. Nuestros resultados fueron inesperados"
Joji Otaki, Universidad Ryukyus, Okinawa.

"Se pensaba que los insectos eran muy resistentes a la radiación", dijo a la BBC el investigador principal, Joji Otaki, de la Universidad Ryukyus en Okinawa.
De acuerdo a los autores del estudio, el vínculo entre las mutaciones y el material radioactivo quedó demostrado en experimentos de laboratorio.
"En este sentido, nuestros resultados fueron inesperados".

Ojos irregulares

Dos meses después del accidente en la planta nuclear Daiichi en Fukushima en marzo de 2011, un equipo de investigadores japoneses recolectó 144 ejemplares adultos de la especie Zizeeria maha, en 10 localidades diferentes incluyendo Fukushima.
Cuando el desastre tuvo lugar, las mariposas se encontraban en estado larval.
Mariposas del área de Fukushima con hundimientos en los ojos
Ojos con hundimientos. El número de mutaciones es mayor en las zonas más próximas a Fukushima.
Los científicos constataron que en las zonas de mayor radiación las mariposas tenían alas anormalmente pequeñas y ojos desarrollados en forma irregular.
Otaki y sus colegas crearon un programa de reproducción de esos ejemplares en laboratorios a unos 1.750 kms del lugar del accidente, en sitios con radiación prácticamente no detectable.
Fue en estas nuevas generaciones que los científicos comenzaron a constatar anormalidades en las antenas, que cumplen un papel crucial para la exploración del hábitat y la búsqueda de pareja.
Seis meses después, los científicos recolectaron nuevamente mariposas de las mismas 10 localidades y encontraron que el número de mutaciones en los ejemplares del área de Fukushima era más del doble del de otros sitios.
Los investigadores concluyeron que el alto índice de mutaciones se debió no sólo a que las mariposas ingirieron alimentos contaminados, sino al material genético recibido de la generación previa que no presentaba anormalidades morfológicas.

Indicadores ambientales

Antena más corta y deforme en una mariposa del área de Fukushima
La imagen muestra una antena más corta y deforme.
Otaki y su equipo han venido estudiando esta especie durante 10 años. Las mariposas son particularmente sensibles a cambios en el hábitat y los científicos planeaban utilizarlas como un indicador ambiental, incluso antes del accidente.
"Ya veníamos estudiando cambios en los patrones de colores de las alas en respuesta al calentamiento global. Como esta especie puede ser hallada además en jardines y parques públicos, puede ser utilizada para monitorear ambientes urbanos", dijo a la BBC el investigador.
El nuevo estudio deja en claro que aún después del decaimiento del material radioactivo, el desarrollo de los animales sigue siendo afectado.
"Ya veníamos estudiando cambios en los patrones de colores de las alas en respuesta al calentamiento global. Como esta especie puede ser hallada además en jardines y parques públicos, puede ser utilizada para monitorear ambientes urbanos"
Joji Otaki
"Este estudio es fundamental por sus implicaciones para las comunidades tanto biológica como humana en Fukushima", dijo Tim Mousseau, biólogo de la Universidad de Carolina del Sur en Estados Unidos, quien estudia el impacto de la radiación en los animales y las plantas tanto en Chernobyl como en Fukushima.
"Las mutaciones y anomalías sólo puede ser explicadas por la exposición a material radioactivo", agregó Mousseau.
Otras investigaciones previas ya habían apuntado la importancia de las aves y mariposas como indicadores del impacto a largo plazo de contaminantes radioactivos.
El estudio fue publicado en la revista Scientific Reports.

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