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miércoles, 1 de septiembre de 2010
JULIA BUTTERFLY HILL, ACTIVISTA:
Muchos activistas se subieron a árboles como forma de protesta contra la desforestación, pero de todos ellos Julia Butterfly Hill fue la que alcanzo mas popularidad, gracias a su carisma, belleza y habilidad para la oratoria.
En 1985 comenzaron las protestas en contra de Pacific Lumber debido a sus reiterados intentos de arrasar con un bosque de 60 mil hectáreas que alberga milenarias secuoyas en el norte de California.
Este ecosistema es tan primitivo y ecológicamente saludable que los animales y plantas que lo habitan no lo podrían hacer en otro lugar.
Julia paso cerca de dos años viviendo en un antiguo árbol de secuoya, con el solo objeto de que no destruyan un ancestral bosque de California, compuesto de arboles de mas de 100 metros y 2000 años de antigüedad.
Durante ese tiempo, usualmente se comunicaba con los medios y su equipo de apoyo a través de un teléfono móvil.
La vida en un árbol:
Julia Butterfly Hills tuvo que soportar condiciones extremas: lluvias, fuertes vientos, enfermedades, heridas e infecciones atentaron con poner fin a su misión.
Cierta noche, durante una “furiosa” tormenta, Julia estuvo a punto de caer del árbol donde estaba trepada, al que llamaba “Luna”. Cuando estuvo próxima a rendirse y caer desde mas de 100 metros de altura, ella escucho lo que posteriormente llamo “la voz de Luna”, diciéndole que “solo las ramas rígidas se rompen, las flexibles sobreviven”.
En completo abandono Julia dejo de luchar contra las fuerzas de la naturaleza, y siguiendo los consejos escuchados se aproximo a ramas mas jóvenes en donde permanecio hasta que finalizo la tormenta.
Durante su estadía en Luna, también tuvo que afrontar varias afecciones, incluyendo un virus en los riñones. Para todas sus afecciones utilizo medicinas naturales incluyendo algunas que provenían de plantas que se encontraban en las cercanías de Luna, que le eran proporcionadas por su equipo de apoyo.
Con respecto a su relación con los animales, ella nos cuenta que los insectos fueron sus mayores maestros. En los primeros meses sufrió picaduras de todo tipo de arañas, avispas, abejas y hormigas.
Cierta vez, cuando una araña cayo sobre su cabeza Julia contó, “ese día me di cuenta que las arañas son parte integral del bosque, y que tienen un propósito más importante que el mio para estar aquí. En ese momento dejaron de “molestarme”.
Además de los peligros naturales, Julia tuvo que enfrentar a los generados por la compañía Pacific Lumber. Entre sus practicas disuasivas se contaban los vuelos razantes en helicóptero por la cima de Luna que en mas de una oportunidad le podrían haber causado la muerte (como sucedió con David Chain que en 1998 mientras se encontraba subido a un árbol)
Julia cuenta que las tácticas disuasivas utilizadas por Pacific Lumber tuvieron un efecto boomerang y en lugar de hacerla rendirse le dieron mas fuerza y convencimiento de que debería seguir adelante con su tarea.
Finalmente tras 2 años de ardua lucha, Julia logro que se llegara a un acuerdo con Pacific Lumber que consiste en preservar a Luna y todos aquellos árboles que se encuentren en un radio de 100 metros a la
redonda.
Si consideramos que cada árbol esta valuado en 50.000 dólares, salvar a todo los secuoyas del norte de California costaría miles de millones de dólares, no obstante al llegar a un acuerdo con Pacific Lumber se
sentó un precedente que se puede repetir.
En diciembre de 1999 Julia descendió de Luna en una gran ceremonia, y desde entonces ella dice que continua con una dieta que esta basada enteramente en alimentos crudos y sin cocinar.
Además publico un libro titulado “El legado de Luna: la historia de un árbol, una mujer y la lucha por salvar a las secuoyas” que fue impreso en
SmartWoodCertified, lo cual significa que además de ser papel reciclado,
no se ha destruido ninguna selva ni se ha dañado el medio ambiente para
hacer el libro.
El dinero conseguido fue donado a la fundación Circulo por la Vida, la cual ayudo a fundar, que se dedica a realizar acciones directas a favor de preservar las selvas y bosques.
Gracias, Ma. de los Angeles.
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