lunes, 27 de septiembre de 2010

¡AJA, TORO!!!

¿Qué sucede? No comprendo,


encuéntrome aquí encerrado,


dos hermanos, cuatro amigos


compañeros de aventuras


desde que éramos terneros.




Nos sentimos muy nerviosos


por causa del griterío


ya que en Madrid los humanos


celebran a San Isidro.




No comemos por dos días


bebiendo lo necesarrio


esta mañana tres mozos


los hijares nos golpearon.




Me han arreado en un corral


y hace solo unos instantes


me clavaron dos listones


sobre mi cuello con garfios.




Me da ira el atropello,


se abre enfrente una puerta


me avalanzo con arrojo,


buscando escape o amparo.


Ante mi veo una plaza


de blanca arena y redonda


un bullicio insoportable


que llega desde las barreras.




Los humanos me provocan


sacudiendo rojas telas


arremétolos con furia,


me esquivan cobardemente.




Me presentan dos jinetes


y me siguen desafiando


muy valiente los ataco


y al momento de tocarlos


un puñal me rasga el morro.


Aquel dolor es intenso


es una profunda herida


sangro casi a borbotones


mas en lacerarme insisten.




Gran dolor tengo en el cuello


bajo la testa cansado


ante mi hoy se presenta


minúsculo ser armado.




Me le arrojo ciegamente


y en el preciso momento


salta rápido a un lado


empujando dos maderos


de fino acero dotados


que se aferran con agravio.




Luego empujan cuatro más


¡Dios mío! ¿Por qué el tormento?


Ahora salen más hombres


con lo que llaman muletas.




Cada vez que los ataco


y cada vez que me evitan


la multitud en sangrienta orgía


se desgañita ¡Olé! gritando.




Yo ya no resisto más


estoy cansado y sangrando


y el hombrecillo primero


colócase frente a mi rostro,


no lo distingo muy claro


con turbia mirada veo.


Me reta con sordos gritos


"¡Aja, toro, aja!" dice.


A penas moverme puedo,


cuando yo menos lo espero


aquel hombre se avalanza,


siento largo, afilado acero


que me corta las entrañas..


Aún me queda alguna fuerza


yo no me doy por vencido


siento que mi muerte llega


y uno de estos malvados


tomando tosco cuchillo


ya mi médula cercena.


Caigo de rodillas, no muero


pero estoy paralizado


se escucha aún la algazara


y coronan la ignominia


me cortan orejas y rabo.


Al final de la jornada


el torero sale en hombros,


yo por bueyes arrastrado..



Mi carne será comida


y mi cuero a la curtiembre


mis huesos serán brindados


para que se harten los perros.


Cuando amanezca mañana


no seré ni un recuerdo


Es la gran Corrida de Toros.



Se celebra al buen santo


y por toda una semana


con asesinatos diarios.


Ahora muerto, me pregunto


¿Por qué son tales honores,


si esta es una tradición


fué San Isidro torero?

Rafael Quezada P.

Este compañero de letras también me permitió, subir su escrito. Tengo gente cercana, sensible y humanitaria y por ello doy gracias. Para quien quiera saber más al respecto, en el mes de Julio encontrará seis notas.
Maitri

2 comentarios:

  1. Un escrito que merece la pena leerlo para que de una vez por todas dejemos de divertirnos con el sufrimiento de los animales, que también son de carne y hueso igual que los seres humanos.
    Hasta cuando...
    Un abrazo Delia, José

    ResponderEliminar
  2. Un desgarrador escrito sobre la crueldad del ser humano hacía los pobres animales. Me parece tan terrible que en este siglo todavía se practiquen cosas tan horribles y crueles. Te felicito por subir esta hermosa poesía de nuestro compañero, un poema denunciante que posiblemente no será escuchado por algunos, un besoo grande.

    Marta

    ResponderEliminar