Una entrevista con Carol Everett, ex directora de un centro de abortos en EE.UU.
Carol Everett estuvo involucrada en la industria del aborto en Dallas, Texas desde 1977 hasta 1983. Como directora de cuatro centros de aborto y propietaria de dos, Carol era responsable de la operación diaria de esos centros. Carol, quien se practicó un aborto poco tiempo después que éste fue legalizado en 1973, nos habla ahora de lo que vio en la industria del aborto:
P. ¿Cuál es la fuerza que impulsa la industria del aborto?
R. El dinero. Es un negocio muy lucrativo. Es la más grande industria no regulada de nuestra nación. La mayoría de las clínicas funcionan en cadena, porque es muy productivo.
P. ¿Cómo engañan a las mujeres?
R. Toda mujer hace dos preguntas: "¿Es un bebé?" y "¿Duele?" El (o la) abortista tiene que contestar que no. Miente para poder asegurar el consentimiento de la mujer y el pago a la clínica. A la mujer se le dice que "disponemos de un producto de la concepción" o de "un poco de tejido". Le dicen que solo sentirá un ligero cólico, cuando en realidad es un dolor atroz.
P. ¿Qué tipo de consejos se daban en las clínicas?
R. Nosotros no dábamos ningún consejo. Vendíamos el aborto.
P. ¿Cómo disponían de los niños abortados?
R. Los arrojábamos por el drenaje de los desperdicios. Algunos bebés tienen una estructura muscular tan fuerte que no se desintegran. Hay que echarlos en receptáculos de basura.
P. Se supone que el aborto es una experiencia segura. ¿Qué complicaciones vio usted?
R. En los últimos 18 meses en que estuve en el negocio, realizábamos más de 500 abortos en al mes y matábamos o dañábamos a una mujer de cada 500. Las complicaciones más frecuentes eran perforaciones o desgarros de la matriz. Muchas de estas terminaban en histerectomía. El doctor cortaba o dañaba el tracto urinario y luego había que repararlo mediante la cirugía. Una complicación, que rara vez se publica, es la que ocurre cuando el doctor perfora el útero y hala el intestino a través de la vagina, lo cual requiere una colostomía. Algunas veces puede ser revertida, pero algunas mujeres tienen que vivir con la colostomía el resto de sus vidas.
P. ¿Por qué se salió del negocio del aborto?
R. Dos cosas obraron al mismo tiempo. Experimenté una profunda transformación religiosa - una conversión. Alrededor de la época en que tenía dudas de si continuar o no, una estación de televisión en Dallas hizo una exposición donde mostró casos de abortos practicados en mi clínica en mujeres no embarazadas y todo por dinero. Finalmente me di cuenta de que no estábamos ayudando a las mujeres, las estábamos destruyendo, y también a sus hijos. Para entonces mi transformación fue completa y supe que no solamente tenía que dejar de involucrarme en los abortos, sino, que debía ayudar a promover la verdad.
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