viernes, 3 de junio de 2011

Nuestra Vida
Vencedores del Tiempo / Honra al anciano / Rosa María Campos
Diario de Xalapa
20 de marzo de 2011


¿Es el asilo la solución?

En los países de primer mundo y en algunos emergentes, es notable el descenso de la tasa de natalidad mientras que los viejos van en aumento en la pirámide de población.(En Veracruz disminuyó la proporción de niños y en contraste se incrementó la población de adultos. Nuestra entidad tiene 7 millones 643 mil 194 habitantes, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2010). Hoy, en países del primer mundo y algunos emergentes de Occidente, los ancianos ya no son excluidos y postergados; pero son los menos, la mayoría de americanos y europeos siguen influenciados por ese desprecio que los Dioses Griegos sentían por los viejos a quienes maldijeron y llenaron de aflicciones para que murieran rápido y con dolor, por haber perdido su belleza, destreza y capacidad para practicar el amor.

No envejecen los años, sino las penas. Los ancianos tienen tanta necesidad de afecto como de sol (Víctor Hugo)

A propósito de cómo la vejez trae consigo el rechazo, la película Miss Daisy. La historia de una viejita con principios de alzhéimer que no acepta ser un problemón para su hijo y nuera, quienes como dioses griegos no soportan su desarreglo e ineptitud y se deshacen de ella enviándole a un asilo. El toque humano de esta película se recarga en la solidaridad. Su chofer, otro anciano, pero menos que ella, es la única persona que la comprende y atiende.

¿Es el asilo la solución?

Al cumplirse 31 años de la estancia Garnica, la administradora de ese lugar Guadalupe del Carmen Roa expresó que una de las cuatro personas que habitan la casa de descanso tiene más de 20 años en ese lugar y la más reciente, tan sólo cinco. Estas personas de la tercera edad son atendidas por 22 empleados, que son los que conforman la plantilla de personal de dicha estancia; expresó que lo que puede observar es que el personal los atiende con gran afecto. (José Morales. Diario de Xalapa).

Germán Vidal Peralta, miembro de la Sociedad de Gerontología y Geriatría Veracruzana, ex director de la Estancia Garnica, y otros reconocidos gerontólogos mexicanos alertaron sobre el descenso de mortalidad y sugerían reflexionar en lo siguiente: "Los problemas de senectud en México, país de rápido envejecimiento, revelan que se esfuma la disponibilidad de las familias para atender a un anciano discapacitado y frágil". Con la modernidad desparecen las familias que tienen posibilidades de cuidar a los abuelos. Hoy los matrimonios o parejas viven en pequeños departamentos y cada uno se encarga de sus propios menesteres. La disponibilidad en espacio, tiempo, dinero, para atender a un anciano es de cero. Por lo tanto, la creencia de que la atención familiar es la forma más barata y amorosa de resolver los problemas de atención prolongada resulta un error que conlleva severas desventajas como son los conflictos familiares, que derivan de la inadecuación de la viviendas para este tipo de cuidados, más el agotamiento físico, estrés y angustia del cuidador provenientes de la falta de tiempo para sus propias actividades amorosas, laborales y sociales. En síntesis un anciano, si tienen la fortuna de poder pagar o de que le paguen su estancia en un centro geriátrico, vivirá más cómodo, tranquilo y hasta feliz. En asilos, hogares o residencias asistidas, centros geriátricos, el adulto mayor cuenta con tratamientos médicos y terapias, servicio de enfermería, entretenimiento recreativo, deportivo, cultural y la posibilidad de socializar con otras personas de su edad, lo que tiene un impacto positivo en su salud y calidad de vida. A principios de este siglo Veracruz tenía más de seis millones de habitantes, de los cuales 412 mil 855 eran mayores de 60 años y sin embargo los asilos contaban con una población de apenas 775, lo que remitía a que problemas grandes se encontraban recrudeciéndose en el seno de las familias. Por aquel entonces sólo en 13 municipios de Veracruz había 21 hogares asistidos, en su mayoría administrados por el estado, otros por patronatos y algunos particulares. Desde entonces los asilos no han crecido en número, pero se han multiplicado los adultos mayores que solicitan de este servicio.

Honra al anciano y enseña al joven

Quizá llegar a viejo sería más llevadero si entendiéramos que todos llevamos con nosotros mismos a nuestro propio viejo, pero esto ni siquiera lo concebimos los seres humanos que nacer no pedimos, vivir no sabemos, viejos no queremos ser y tememos a la muerte. Podríamos culpar de ello a la educación que recibimos. Nuestro sistema educativo si no ilustra para que aprendamos a vivir, menos se ocupa de prepararnos para la senectud. Es más borra nuestra capacidad para aceptar con amabilidad y respeto a la vejez y en tales condiciones: ¿cómo tener entusiasmo para la creación de una nueva política de revalorización social de la tercera edad?

taca.campos@gmail.com

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