lunes, 24 de marzo de 2014

Entrevista a un asesino 

Después de muchos intentos accedió por fin a contestar mis preguntas, se siente poderoso, y actúa como tal, las leyes no han podido con él, tampoco los programas de educación, tiene adoradores por todas partes, también detractores, pero siempre se las arregla para seguir ahí, envolviendo a sus víctimas, haciéndolas perecer.

Me recibe amable y sonriente, usa anteojos con marco de oro, creo que intenta parecer intelectual y sofisticado, la sala de reuniones es pequeña y huele a tabaco y chocolate, siento en mi boca el sabor de los aromas que fluyen en el aire del pequeño lugar, el me mira con agudeza, me tiene en su terreno y lo sabe.

Nos saludamos con cínica cordialidad, enciendo la grabadora y le lanzo la primera pregunta

- He sabido que le gustan las estadísticas, los gráficos que miden sus ganancias, así que entenderá que me avalan los números cuando le pregunto ¿qué opina de la cantidad de muertes que provoca su nocivo consumo?

Se levanta y camina por la pequeña habitación dejando un fresco aroma a menta, me siento incómodo

- Las personas son débiles y sus estadísticas inexactas, no soy yo, son ellos mismos los que causan sus muerte. Me buscan cada vez que se sienten solos, tristes , cansados o quieren relajarse, soy un instrumento, los culpables son ellos mismos, recuerde: libre albedrío

Ahora soy yo quien sonríe, pienso que es algo filosófico este puchito.

- ¿No es usted responsable entonces del 33% de los cánceres en los hombres y del 10% en las mujeres y de que el 90% de los cánceres de pulmón estén provocados por su humo toxico y que usted le quite 11 minutos de vida a cada una de las personas que lo aspira?, recuerde que además del tabaco, un cigarrillo tiene casi 4.000 químicos diferentes, y más de 40 son cancerígenos para la gente

Vuelve a su asiento se quita las gafas y me mira con sus pequeños ojitos acusadores, como si quisiera agredirme, respira y responde con su voz pausada

- ¡Placer! ustedes son adictos al placer, nada cambiará eso, ¡nada! Cada vez que alguno de mis congéneres se quema en sus manos o en un cenicero, ustedes sienten placer, ustedes nos matan a placer, cada día, a cada momento.

Su respuesta me sorprende y me confunde lo que me obliga a abordarlo y ahondar sobre ella

- ¿Me está diciendo que ustedes son las víctimas entonces?

Me mira con cierta tristeza y reposa su alargado cuerpo blanco y perfecto en el ergonómico sillón dispuesto para él y responde

- ¿Sus estadísticas no le dicen cuántos de nosotros deben morir para que sus números se cumplan? Es cierto, somos famosos y cada día más sofisticados, pero le repito la pregunta sabe ¿cuántas veces debo morir en sus manos, boca y pulmones antes que uno de sus delicados seres humanos se enferme?

- Pero don Cigarrillo, usted vive para esto, dar placer e intoxicar al mismo tiempo, ¿de qué se queja entonces?

Me di cuenta que me había llevado a su terreno no me quedaba más que seguirle el juego, el con voz lastimera me responde

- Somos víctimas de maltrato a diario, nos queman y nos pisan, tirándonos a la basura, nuestra hermosa textura, aroma de los mejores tabacos y filtros es incinerada sin consideración a paciencia y vista de ustedes, provocando la contaminación que tanto detestan y que no tienen pudor en crear.

Le sonreí, sabía que se estaba victimizando así que le hice la última pregunta.

- Don Cigarro, comprendo lo que me dice y disculpe pero ¿entonces por qué si no quiere que sus congéneres sean quemados de esa manera, su fábrica los produce por millones? y más grave aún, les ha agregado aditivos químicos, entre ellos y por nombrarle algunos, nicotina, alquitrán, amoniaco, butano, metano, monóxido de carbono, etc., los que hacen a las personas absolutamente dependientes del vicio de fumar?. Es más, ¿No es fruto de ello que la industria que usted maneja sea cada vez más millonaria a costa del monopolio y la total falta de ética?

El delgadísimo señor cigarrillo retiró sus intelectuales lentes del rostro, irguiendo con notoria molestia su cuello adornado por una cinta dorada que separaba su delicado cuerpo blanco de su cabeza de filtro, con ojos inquisidores se levantó de su asiento y con su voz real, fría y calculadora, me increpó

- Su mundillo de basura ya estaba contaminado antes que yo apareciera, nosotros somos la purga perfecta, ¡limpiaremos de viciosos sin que siquiera se den cuenta!

Lo que había empezado como un susurro gélido y cortante había terminado siendo un grito de odio, me levanté de mi asiento, traté de agarrar la pequeña grabadora dando por terminada la entrevista, pero él lanzó una carcajada y se hizo de ella antes que yo, mientras seguía riendo malévolamente al verme tratando de abrir la puerta.

Me giré para mirarlo y entonces vi como el malvado señor Cigarrillo subía por un delgado tubo de vidrio, tan delgado y pulcro como él, mientras la habitación se iba llenado del humo tóxico de miles de colillas encendidas en cada rincón de la cerrada habitación.

Mientras yo tocía groseramente, el reía feliz y me mostraba mi grabadora destruida, lo último que alcancé a escucharle antes de caer al piso fue

- Usted ni siquiera será noticia mañana, solo uno más de los miles de humanos adictos que mueren por exceso de cigarrillos JAJAJAJA, ¡adiós mi querido preguntón!

Me encontraron por la mañana en un bote de basura y me llevaron al hospital.

Mi entrevistado tuvo razón en casi todo, el sigue su vida lujosa, las leyes antitabaco no han hecho mella en sus ganancias, las estadísticas siguen trabajando a su favor, pero en algo se equivocó, yo sigo vivo, pero conectado a un tanque de oxigeno, oculto por temor a que me encuentre, sin pruebas que puedan demostrar que esta entrevista se hizo y que él no pudo asesinarme ese triste día.

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