lunes, 16 de abril de 2012


Tropezón real revive el debate sobre la caza mayor

Elefantes africanos
Botsuana es uno de los pocos países africanos donde la caza de elefantes está permitida bajo licencia.
El debate sobre la caza mayor ha vuelto a quedar de manifiesto tras el accidente que sufrió el viernes el rey de España, Juan Carlos I, quien se fracturó la cadera durante un viaje privado a África.
Su tropezón, en un establecimiento rural de Botsuana, puso en evidencia que en momentos en que España está sumida en una de las peores crisis de su historia reciente, el monarca viajó a África para cazar elefantes.

Botsuana es uno de los pocos países africanos donde la caza de elefantes está permitida bajo licencia, entre primavera y otoño.
Muchas de las críticas que se reprodujeron en las últimas horas en las redes sociales señalaban la "desconexión" de la Casa Real con la realidad económica del país, pero otras cuestionaban la ética de la cinegética (como también se conoce a la caza), y recordaban que el elefante africano es una especie amenazada.

"No es un buen mensaje para compartir en tiempos de crisis, ni tampoco un buen mensaje ecológico"
Gaspar Llamazares
También están liberadas otras piezas de caza mayor, como jirafas, zebras, jabalíes y antílopes de distintas variedades, previo pago de las tarifas correspondientes.
Son actividades reguladas, en un país donde la población de elefantes no se encuentra en particular riesgo; pero la afición del rey -quien es patrón de diversas organizaciones de conservación y protección del medio ambiente- no cayó en gracia entre quienes consideran sádico matar animales por diversión.
El diputado de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, resumió en una frase las principales críticas: "Andar por ahí cazando elefantes no es un buen mensaje para compartir en tiempos de crisis, ni tampoco un buen mensaje ecológico".

Una industria floreciente

Página web de Robin Hurt Safaris
Las empresas que ofrecen safaris de caza constituyen un sector fuerte en la industria turística de varios países africanos.
La prensa española publicó imágenes que revelan que el rey ya había viajado en otras ocasiones al Delta de Okavango, en el norte de Botsuana, para cazar.
Suscitó indignación especial una imagen de 2006 en la que se ve a Juan Carlos y su guía detrás de un "trofeo" de largos colmillos. La foto procede de la página web de Rann Safaris, una de decenas de empresas que ofrecen experiencias de este tipo en Botsuana.
En uno de los videos publicitarios de esta compañía en YouTube puede apreciarse cómo el cazador se acerca a su presa y la mata con un tiro seco en medio de la frente.
Las autoridades de Botsuana no solo otorgan permisos a los establecimientos privados de este tipo que organizan safaris de caza, sino que les subasta "paquetes" de animales que el Departamento de Vida Salvaje y Parques Nacionales considera "problemáticos".
Según explica el ministerio de conservación del país en su página web, los fondos obtenidos en este tipo de subastas se vuelcan en proyectos de fomento y protección de fauna.
La regulación de la caza ha dado pie al florecimiento de una industria millonaria no exenta de polémica, en un continente donde se estima que quedan alrededor de medio millón de elefantes africanos repartidos por 37 países.

¿Cuánto cuesta cazar un elefante?

Jeff Rann Safaris, video publicitario en YouTube
Para los críticos, la caza mayor es un pasatiempo cruel; para sus defensores, una afición legítima mientras se regule.
Las empresas que organizan safaris y cacerías para extranjeros son uno de los principales sectores de la industria turística de Botsuana, que se promociona como "paraíso para los aficionados a la caza".
Con una estética al estilo África Mía, ofrecen paquetes de estadía de dos semanas en establecimientos de lujo, más guías y "trofeos mayores" -como elefantes- a unos US$50.000, según una investigación de mercado de Europa Press.
La caza de un león o un leopardo es algo más barata a unos US$47.000, y la cabeza de un búfalo se consigue con un desembolso de US$30.000.
Muchas de las compañías de safaris apoyan los esfuerzos de conservación del gobierno y suspenden la caza de determinadas especies si las autoridades informan que se ha superado la cuota anual de ejemplares abatidos.
De acuerdo a la organización WWF, conocida como Adena en España, la principal amenaza para los elefantes africanos es la caza furtiva fomentada por el mercado ilegal del marfil, seguida de la pérdida de los hábitats autóctonos.
En cambio la caza regulada, sostienen sus partidarios, respalda la protección de sus ecosistemas y permite controlar de cerca el número de ejemplares. Un argumento que no dejará satisfechos a quienes lo ven como un pasatiempo cruel y un despilfarro.

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