Roy Littlesun dice que nuestra fuerza real aparece cuando por fin nos damos cuenta de que la creación interna y la externa son en realidad una.
Por: Miguel Simón
Fotos: Estefanía Abad
Fotos: Estefanía Abad
Elevar nuestro nivel de conciencia, ese es el principal propósito con el que se presentó Roy Littlesun en El Faro, quien explicó la cosmovisión de los indiosHopi de Estados Unidos y quien hizo una demostración de la Danza del Corazón Único, un ancestral ritual que tiene como propósito “un efecto terapéutico, porque estamos ayudando a nuestro crecimiento interior, el microcosmos que somos se sintoniza con la creación”.
Roy es granjero y sanador, y aunque se le intuye ya una edad avanzada sin embargo mantiene una apariencia joven. Roy conoce desde hace más de 50 años la tradición Hopy, a la que no pertenecía por linaje, pero a la que llegó guiado por una extraña señal que contempló en el cielo desde su tierra natal en la isla indonesia de Java. A su llegada a la cultura Hopy, en los estados de Arizona y Nuevo México, un sabio sacerdote le estaba esperando para hacerlo su hijo adoptivo y para traspasarle toda su sabiduría.
En los últimos años Roy se dedica a viajar para transmitir toda esa sabiduría, curar las viejas heridas que tiene el medio ambiente y tratar de extender un efecto purificador que traiga la paz y la libertad al mundo. Su simple presencia transmite sabiduría, pese a ser el protagonista del acto sabe pasar inadvertido, sin excentricidades y sin llamar demasiado la atención. Sus explicaciones y sus movimientos son lentos, y reflejan una humildad increíble.
Para Roy aún estamos viviendo el día de la creación, y lo estamos acabando ahora con una forma de vida experimental, opuesta al Orden del Universo Infinito. Así corremos el riesgo de involucionar dentro nuestro propio proceso evolutivo hasta la nada. Cada célula de nuestro cuerpo representa una estrella y nuestra fuerza real aparece cuando por fin nos damos cuenta de que la creación interna y la externa son en realidad una. Si queremos ser capaces de cambiar debemos volver hacia la Ley del Creador, y así nos podremos librar de leyes secundarias que se han utilizado para situar al hombre en un orden opresivo y explotador.
Para Littlesun Roy la visión del hombre y del universo del pueblo Hopy es una demostración de lo que es la Danza del Corazón Único, que sigue el mismo patrón que la circulación sanguínea “existe un flujo entre el cielo y la tierra a través de nosotros, también existe un flujo horizontal y estos dos se unen en el corazón y forman este patrón que es la representación de un nudo celta”.
Para ejecutarla situó en el medio de El Faro un altar con una pipa sagrada, un ala de águila, una mazorca de maíz azul -que es el maíz original y que tiene la memoria original de la sangre-, unas cenizas que tienen las huellas de muchas ceremonias celebradas durante miles de años y que tienen la memoria del fuego, y 8 granos de maíz, 7 por los 7 chacras que conectan con la tierra y que habrá que atravesar para llegar al octavo. También situó cuatro pañuelos e los puntos cardinales, e invitó al auditorio a que bajaran a danzar con él.
La respuesta fue numerosa y un buen grupo de espectadores bajó a ejecutar la danza, mientras él marcaba el ritmo con un tambor… todos empezaron a andar en círculos hasta que en un momento dado Littlesun empezó a dibujar ese nudo celta con muchos cruces. Pese al numeroso grupo de danzantes y a lo limitado del espacio, se consiguió un perfecto equilibrio en los cruces, incluso cuando aceleró el ritmo de su tambor y con él el de sus pasos. Al acabar volvieron a adquirir la forma de círculo, pero ahora además el círculo se estrechó hasta en 5 ocasiones hasta convertirse en un punto “vamos al centro para reconocer ese centro que todos tenemos”.
Al final machacó las 8 semillas para liberar esa memoria que tienen, y luego los restos los arrojó al río Ebro para que el beneficio de la ceremonia se extienda gracias a las aguas por todo el mundo. Un rezo por la unidad del mundo, porque la tierra se convierta en un portal de paz.
Acerca de los indios Hopi.
Los hopis pertenecen al grupo de antiguos habitantes de la meseta central de los EE.UU., de unos 10.000 individuos, muchos de los cuales viven en Arizona en la reserva federal Pueblo Navajo. Sus costumbres y tradiciones se adentran en lo más profundo de la prehistoria, pero no en su actual emplazamiento, sino en un lejano territorio que los hopi llamaban “Kasskara”, y que fue víctima de guerras y cataclismos que estuvieron a punto de exterminar a toda su raza.
Los hopis pertenecen al grupo de antiguos habitantes de la meseta central de los EE.UU., de unos 10.000 individuos, muchos de los cuales viven en Arizona en la reserva federal Pueblo Navajo. Sus costumbres y tradiciones se adentran en lo más profundo de la prehistoria, pero no en su actual emplazamiento, sino en un lejano territorio que los hopi llamaban “Kasskara”, y que fue víctima de guerras y cataclismos que estuvieron a punto de exterminar a toda su raza.
De acuerdo con la tradición Hopi, la historia de la Humanidad está dividida en períodos que ellos denominan “mundos”, los cuales están separados entre sí por terribles catástrofes naturales: el Primero sucumbió por el fuego, el segundo por el hielo y el tercero por el agua. Nuestro actual mundo, que es el cuarto según sus profecías, está tocando a su fin, y dará paso a un nuevo mundo en un futuro no muy lejano. En total, la Humanidad deberá recorrer siete periodos.
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