Se mostrará una imagen real de una ablación realizada a una niña, que muestra toda la dureza de esta práctica abominable, resquicio de culturas patriarcales y machistas que aún perduran.
Cualquier explicación que se le quiera dar, y no importaría leer la que quieran, se antoja ridícula ante tamaña barbarie orientada a la eliminación del placer en la mujer, ridícula explicación que se asocia a la mutilación del clítoris de la mujer. Y no es una práctica en desuso sino que la expansión del extremismo religioso está revitalizando esta práctica y extendiéndola mas allá de sus fronteras, hasta hace poco tiempo, naturales: Africa.
Pero lo curioso es que esta práctica, normalmente asociada a cuestiones religiosas es mas una aberración cultural, pues lo mismo la practican musulmanes, cristianos o animistas. Es un horror, prohibido por la legislación y que debe combatirse a toda costa, y que estas imágenes sirvan como muestra de una práctica que no tiene razonamiento alguno.
Las imágenes, aun siendo duras, no reflejan la realidad del problema. Porque la realidad es la siguiente: esta costumbre se practica fundamentalmente en países de Centro África (también en algunos de Oriente Medio); se realiza casi siempre de manera rudimentaria con herramientas como cristales, cuchillos oxidados o cuchillas viejas de afeitar (nunca en centros sanitarios); muchas féminas mueren desangradas o por infección en las semanas posteriores a la intervención; las mujeres circuncidadas tienen mayores problemas durante el parto que las no circuncidadas (muchos bebes mueren en África por culpa de estas complicaciones añadidas).
La práctica de la circuncisión femenina afecta en la actualidad alrededor de unas 135 millones de mujeres y niñas en todo el mundo. Las imágenes, tomadas en África, se ajustan algo a la cruda realidad.
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