EL CEREBRO Y SU ADAPTACION--solociencia
La asombrosa adaptación de regiones cerebrales para desempeñar tareas distintas a las asignadas por la evolución
Cuando el cerebro recibe estímulos sensoriales, como el aroma del café por la mañana o el sonido del claxon de un automóvil, esa señal de entrada viaja hasta la región apropiada que la analizará. El aroma del café va a la corteza olfativa, mientras que los sonidos se procesan en la corteza auditiva.
Esa división del trabajo sugiere que la estructura del cerebro obedece a un "diseño" genético predeterminado. Sin embargo, hay crecientes evidencias de que las regiones del cerebro pueden asumir funciones para las que no estaban destinadas genéticamente. En un importante estudio realizado en 1996 con personas que habían quedado ciegas a temprana edad, unos neurocientíficos mostraron que la corteza visual puede intervenir en una función no visual: leer Braille.
Ahora, un estudio realizado por neurocientíficos del MIT muestra que en las personas invidentes de nacimiento algunas partes de la corteza visual son usadas para el procesamiento del lenguaje. El hallazgo sugiere que la corteza visual puede cambiar radicalmente su función, pasando del procesamiento visual al lenguaje, y también parece desacreditar la idea de que el procesamiento del lenguaje sólo puede realizarse en regiones cerebrales muy especializadas que están programadas genéticamente para las tareas del lenguaje.
Tal como indica Marina Bedny, del Departamento de Ciencias Cognitivas y del Cerebro del MIT, y coautora del nuevo estudio, el cerebro no es algo imposible de remodelar. Su desarrollo no sigue una ruta prefijada, sino que el propio cerebro la adapta. En el proceso de desarrollo influyen marcadamente las experiencias que tiene el individuo.
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Escaneos cerebrales mediante MRI.
Es posible que esta redistribución proporcione ventajas en el procesamiento del lenguaje a las personas invidentes. Los investigadores están proyectando un trabajo de seguimiento en el que estudiarán si las personas ciegas se desenvuelven mejor que las demás en tareas complejas del lenguaje, como el análisis de frases enrevesadas o la realización de intrincadas pruebas de dominio de idiomas mientras sufren distracciones.
Cuando el cerebro recibe estímulos sensoriales, como el aroma del café por la mañana o el sonido del claxon de un automóvil, esa señal de entrada viaja hasta la región apropiada que la analizará. El aroma del café va a la corteza olfativa, mientras que los sonidos se procesan en la corteza auditiva.
Esa división del trabajo sugiere que la estructura del cerebro obedece a un "diseño" genético predeterminado. Sin embargo, hay crecientes evidencias de que las regiones del cerebro pueden asumir funciones para las que no estaban destinadas genéticamente. En un importante estudio realizado en 1996 con personas que habían quedado ciegas a temprana edad, unos neurocientíficos mostraron que la corteza visual puede intervenir en una función no visual: leer Braille.
Ahora, un estudio realizado por neurocientíficos del MIT muestra que en las personas invidentes de nacimiento algunas partes de la corteza visual son usadas para el procesamiento del lenguaje. El hallazgo sugiere que la corteza visual puede cambiar radicalmente su función, pasando del procesamiento visual al lenguaje, y también parece desacreditar la idea de que el procesamiento del lenguaje sólo puede realizarse en regiones cerebrales muy especializadas que están programadas genéticamente para las tareas del lenguaje.
Tal como indica Marina Bedny, del Departamento de Ciencias Cognitivas y del Cerebro del MIT, y coautora del nuevo estudio, el cerebro no es algo imposible de remodelar. Su desarrollo no sigue una ruta prefijada, sino que el propio cerebro la adapta. En el proceso de desarrollo influyen marcadamente las experiencias que tiene el individuo.
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Es posible que esta redistribución proporcione ventajas en el procesamiento del lenguaje a las personas invidentes. Los investigadores están proyectando un trabajo de seguimiento en el que estudiarán si las personas ciegas se desenvuelven mejor que las demás en tareas complejas del lenguaje, como el análisis de frases enrevesadas o la realización de intrincadas pruebas de dominio de idiomas mientras sufren distracciones.
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