martes, 6 de marzo de 2012

Crisis en la Iglesia - El código vaticano
Dicen que desde el Renacimiento no se vivía una crisis así en el seno de la Santa Sede.
 La difusión de cartas reservadas que dejan al desnudo intereses personales, enfrentamientos y disputas de poder en lo más alto del clero compromete al papado de Benedicto XVI y abre un interrogante sobre el futuro de la Iglesia
Por Elisabetta Piqué  

LA NACIONFoto: Arte de tapa: Silvina Nicastro

ROMA
Todos los Estados tienen sus secretos. Pero hasta hace poco tiempo, era impensable que estos pudieran salir del Vaticano, uno de los Estados más pequeños e influyentes del mundo, desde siempre considerado lo máximo a nivel de confidencialidad y secretismo.Sin embargo, lo impensable ha ocurrido: desde fines de enero, una dramática fuga de cartas reservadísimas y documentos confidenciales, secretos, está sacudiendo al Vaticano. El goteo es constante, corrosivo. Y no se detiene. Para la mayoría de los expertos refleja una feroz lucha de poder, llena de intrigas, golpes bajos, conjuras, traiciones y disputas sordas y envenenadas que no se veían en el Vaticano desde el Renacimiento.La agitación que sacude los palacios de la Santa Sede no se debe sólo al contenido de lo que se filtra sino al hecho de que documentos auténticos y estrictamente confidenciales hayan sido entregados por personas que trabajan en sectores estratégicos del Vaticano. No por nada hay quienes definen al "VatiLeaks" -término acuñado por el mismo vocero de la Santa Sede, padre Federico Lombardi-, como la cuarta gran crisis del pontificado de Benedicto XVI, que en abril próximo cumplirá 85 años.La primera crisis fue la del discurso de Ratisbona -cuando una clase magistral del Papa ofendió a los musulmanes-, la segunda fue cuando Ratzinger levantó la excomunión a cuatro obispos ultratradicionalistas lefebvrianos, entre ellos, el británico Richard Williamson, que había negado el Holocausto. Entonces, el mismo Papa admitió -en una histórica carta que les escribió en marzo de 2009 a los obispos de todo el mundo- que, con sólo navegar por Internet, cualquiera habría podido advertir que lo de Williamson iba a traer problemas. Algo que, en la curia romana, el gobierno central de la Iglesia, nadie había hecho. La tercera crisis fue la que se produjo a raíz de las denuncias por abusos sexuales contra menores por parte de integrantes del clero -problema heredado del pontificado anterior-, que el Papa demostró saber enfrentar con determinación y firmeza desde que estalló el escándalo en 2010.Ahora VatiLeaks ha desnudado una inédita guerra interna. Los documentos hiperreservados que se han filtrado salieron de la Secretaría de Estado -el principal órgano de la curia romana-, donde trabajan unas 250 personas, de las cuales la mitad es italiana. Nadie sabe quién o quiénes han sido los "cuervos", como llama la prensa italiana a los que hicieron salir de los muros vaticanos los documentos secretos. Pero parece evidente que el blanco no es otro que el segundo del Papa, el cardenal Tarcisio Bertone. Es un secreto a voces que este pastor salesiano de 77 años, "tifoso" de fútbol y no perteneciente al cuerpo diplomático -como fueron en los últimos años la mayoría de los secretarios de Estado-, jamás fue aceptado en la curia porque es un "outsider". Designado en 2006 en lugar del cardenal Angelo Sodano, en los últimos años Bertone italianizó aún más a la curia con designaciones de prelados de esa nacionalidad en cargos clave, algo que causó perplejidad. Además de no haber evitado el escándalo Williamson, a Bertone se le cuestiona su injerencia en asuntos financieros relacionados con la Iglesia italiana.Y, según algunos, haber bloqueado un intento de "limpieza" en el gobierno central de la Iglesia, aquejado de típicos males de la política italiana: corrupción, nepotismo, favoritismos, negociados.Los primeros documentos que se filtraron, a fines de enero, y causaron gran revuelo fueron las cartas escritas por el entonces número dos del Governatorato y actual nuncio en Estados Unidos, Carlo María Viganó, al Papa y al mismo Bertone. En estas misivas, Viganó -que intentó sanear un sistema de licitaciones de lo más turbio en el seno del Vaticano- denunciaba "situaciones de corrupción y prevaricación" y campañas de difamación en su contra. Luego apareció un memo anónimo sobre una nueva ley del Vaticano contra el lavado de dinero, que sugería que ésta no sería retroactiva. Más tarde se hicieron públicos documentos que denunciaban que el IOR (Istituto per le Opere Religiose, también llamado "Banco del Vaticano") transfirió recientemente millones de euros a bancos extranjeros para evitar controles de parte de las autoridades italianas. Después dio la vuelta al mundo la carta anónima "estrictamente confidencial" enviada al Papa que hablaba de un supuesto complot en su contra. La epístola (que le hizo llegar el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos a Benedicto XVI en enero) saca a la luz inquietantes declaraciones que habría hecho en un misterioso viaje a China el cardenal italiano Paolo Romeo, arzobispo de Palermo (Sicilia). Este no sólo habría dicho que "el Papa morirá en 12 meses", sino que habría hablado de una relación conflictiva entre Benedicto XVI y Bertone. Además, habría revelado que el Papa estaría trabajando para su sucesión, dejando al ex patriarca de Venecia y actual arzobispo de Milán, el cardenal Angelo Scola, como su candidato al trono de Pedro. También aparecieron dos memos, uno escrito por el cardenal Attilio Nicora, que encabeza una nueva Autoridad de Información Financiera del Vaticano, que cuestionaban recientes enmiendas a la ley antilavado. Hubo otros "leaks". El último fue hace unos días, cuando el diario de izquierda Il Fatto Quotidiano publicó otras dos cartas reservadas. La primera es la que Bertone le envió en marzo de 2011 al cardenal Dionigi Tettamanzi, ex arzobispo de Milán y papable en el cónclave de 2005, ordenándole, en nombre del Papa, que dejara su cargo de presidente del Istituto Giuseppe Toniolo. El Istituto Toniolo es uno de los mayores centros del poder del Vaticano, que controla el famoso hospital Gemelli de esta capital, la Universidad Católica y la editorial Vita, entre otros inmuebles. La segunda carta es la que Tettamanzi, indignado, le envió al Papa, preguntándole si la directiva de Bertone era realmente su voluntad. Más tarde Tettamanzi logró reunirse con el Papa, que anuló la orden de su "primer ministro". "Estas cartas reflejan una situación inédita en el vértice de la Iglesia. El secretario de Estado usurpa cada vez más a menudo los poderes del Santo Padre y actúa con un estilo de jefe de empresa. Por otro lado, los cardenales más competentes, como Tettamanzi, y los monseñores más orgullosos, como Carlo Maria Viganó, se rebelan a los dictados de Bertone", escribió Marco Lillo, periodista de Il Fatto Quotidiano. "El resultado es un gobierno esquizofrénico que oscila entre autarquía y anarquía. Mientras Benedicto XVI se aísla en sus estudios y en la escritura de libros, a sus espaldas arrecia una lucha de poder sin exclusión de golpes que daña la autoridad moral de la Iglesia dentro y fuera de los muros vaticanos", agregó.En sendos comunicados, el Vaticano admitió la autenticidad de los documentos secretos filtrados, negando con vehemencia, sin embargo, conflictos internos. Y denunció un nuevo ataque en su contra.
El "protegido" de Bertone
En medio de un clima que nada tiene que envidiar a las novelas de Dan Brown, con ríos de tinta derramados en medios italianos, entre los observadores llama la atención el poder que ha acumulado, a la sombra de la cúpula de San Pedro, un personaje llamado Marco Simeon. Se trata de un joven de 33 años, hijo del dueño de una estación de servicio de San Remo, cerca de Génova. A través del "padrinazgo" de Bertone y del cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero -y mencionado como posible futuro secretario de Estado-, Simeon obtuvo diversos cargos de renombre, hasta llegar a director de Rai Vaticano y responsable de las relaciones institucionales e internacionales de la TV estatal italiana. En la famosa carta reservada que el defenestrado Viganó le mandó al Papa, Simeon era acusado de calumnia. Es más: Simeon, que en una reciente entrevista negó ser hijo de Bertone, como se rumoreaba, "porque soy demasiado parecido a mi padre", es considerado el referente en el Vaticano del empresario Luigi Bisignani, lobbista que fue condenado recientemente a 1 año y 7 meses por estar detrás de la denominada P4, una asociación para delinquir a través de informes falsos que utilizaba para chantajear, ejercer presiones, estrechar relaciones y hacer negocios."No veo guerras en el Vaticano. Desmiento cualquier ruptura entre el Papa y Bertone o entre Bertone y el cardenal Angelo Bagnasco (presidente de la Conferencia Episcopal italiana)", dijo Simeon, el "protegido" de Bertone, en la misma entrevista.En el Vaticano, donde se respira un aire enrarecido, la consigna es minimizar el "VatiLeaks" y culpar a la prensa por exagerar desacuerdos "normales en cualquier gran institución". Pero hay quienes sostienen que detrás de esta fuga de noticias que no se detiene y que apunta a eliminar a Bertone, estaría la vieja guardia del aún influyente ex secretario de Estado Angelo Sodano.En un artículo titulado "Cuántas son las divisiones detrás del Papa", el semanario Panorama destacó que, pese a sus 30 años en la curia y casi siete de papado, Benedicto XVI sigue siendo un "extranjero", por índole y por elección, ajeno a las acordadas de cardenales y a las alianzas con el poder temporal. El artículo identifica a los prelados "bertonianos", a los "sodanianos" (entre los cuales está el cardenal argentino Leonardo Sandri, prefecto para las Iglesias Orientales y mencionado como papable), a los "genoveses" que siguen al cardenal Piacenza, a los de la línea Bagnasco, el presidente de la CEI, a los "milaneses", encabezados por el cardenal Nicora, a los del Opus Dei, a los "jesuitas" y a los "focolarinos"..."No creo que el Papa se desvele por esto", dijo a La Nacion un prelado no italiano del Vaticano, que se rió al ver la infografía de Panorama sobre las supuestas líneas internas y que, como muchos de los extranjeros de la curia, tildó lo que está ocurriendo como un "caos típicamente italiano"."La fuga de noticias refleja una lucha de poder que se remonta a los tiempos de Juan Pablo II, que le dio demasiado espacio a diversos grupos de poder como los movimientos católicos, el Opus Dei, Comunión y Liberación, los Legionarios de Cristo, los neocatecumenales... Esta lucha no sólo tiene que ver con la sucesión del Papa, o con conflictos de poder en la curia, sino también con grandes negocios externos, como el control del hospital San Raffaele de Milán, que Bertone quiso controlar, pero que al final no pudo", indicó Ferruccio Pinotti, del Corriere della Sera."Sin dudas es una novedad lo que está pasando en el Vaticano, pero no creo que haya una guerra, no veo la existencia de bandas. Creo que la fuga de noticias es un reflejo de un organismo burocrático complejo, con siglos de historia, que siempre estuvo inmerso en el contexto italiano de preferencias y favoritismos, que hay que corregir", dijo a La Nacion el padre John Paul Wauck, profesor en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, del Opus Dei. "Para mí es más bien una tempestad en una taza de té, lo cual no significa que la tempestad no pueda provocar consecuencias graves, como la ruptura de la taza de té y que puedan rodar cabezas", agregó. ¿La de Bertone? "No, la de quienes, con deslealtad, hicieron salir los documentos, si los encuentran", contestó.Wauck, que admitió que hay un "malestar" generalizado en la curia, subrayó que si el blanco es realmente Bertone, la estrategia no está dando resultado: "Todo esto ha reforzado a Bertone, que se ha vuelto una víctima", apuntó. Además, este sacerdote norteamericano destacó las consecuencias negativas que el "VatiLeaks" está causando. "Desde el punto de vista de la comunicación interna es fatal: nadie le va a decir más nada a nadie porque no se sabe si al día siguiente va a salir en la prensa... Si fuera un obispo norteamericano, pensaría dos veces antes de escribirle una carta al Papa para plantear un problema", aseguró.Hay quien dice que el "VatiLeaks" es una revuelta contra el desgobierno de la curia y que tanto sectores reformistas como conservadores quieren la cabeza de Bertone. De hecho, se habla con insistencia de su sustitución y hasta circula el nombre de Sandri como posible reemplazante. En tanto, en los pasillos del Oltretevere resuenan, más actuales que nunca, las palabras que el Papa escribió en marzo de 2009, en su carta a los obispos del mundo. Entonces, Benedicto evocó un pasaje de la carta de San Pablo a los Gálatas: "Atención: que si se muerden y devoran unos a otros, terminarán por destruirse mutuamente. Siempre fui propenso a considerar esta frase como una de las exageraciones retóricas que a menudo se encuentran en San Pablo. Bajo ciertos aspectos puede ser también así. Pero desgraciadamente este morder y devorar existe también hoy en la Iglesia como expresión de una libertad mal interpretada".El goteo de los palacios continúa. Nadie sábe cuánto durará, ni sus consecuencias. Lo único que se sabe es que sólo el Papa tiene el poder para resolver esta situación cada vez más dramática, que recuerda las intrigas típicas del Renacimiento y que tanto daña la imagen de la Iglesia.
Ennio AntonelliCardenalRepresentante de los focolares, preside el Consejo para la FamiliaMauro PiacenzaCardenalPrefecto de la congregación para el clero, lidera el sector de los genoveses
Juan Luis Cipriani
CardenalArzobispo de Lima, representanta al sector del Opus Dei en el Vaticano
Angelo Bagnasco
CardenalPreside la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), de gran influencia
Tarcisio Bertone
CardenalEl secretario de Estado del Vaticano está en el centro de las disputas
Angelo Sodano
CardenalEx secretario de Estado, lidera el sector que integra el argentino Sandri
Attilio Nicora
CardenalObispo emérito de Verona, integra la Autoridad de Información Financiera
Adolfo NicolasSacerdote
Es el Prepósito General de la Compañía de Jesús, el llamado "Papa Negro".

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