El foie gras, el hígado graso que desarrollan patos y gansos mediante alimentación forzada, es una de las comidas más caras del mundo. Pero también una de las más crueles. Para conseguir el gusto y textura deseados, alimentan a estos animales a la fuerza con más de medio kilo de grano y grasa, dos o tres veces al día.
Después de dos o tres semanas, cuando las aves estén listas para ser sacrificadas, se les habrá hinchado el hígado entre seis y diez veces su tamaño natural. Un reciente informe de científicos de la Unión Europea, llegaba a la conclusión de que estas aves se morirían si siguieran alimentándolas de esta manera por más tiempo
Este régimen alimenticio, provoca unos efectos devastadores en el bienestar de estos animales. Hoy en día más del 90 por ciento de las aves dedicadas a la producción de foie gras son patos, ya que son más fáciles de mantener y alimentar.
Con el fin de suministrarles la cantidad suficiente de comida rápida y eficientemente, la mayor parte de los patos están encerrados en jaulas individuales, tan pequeñas que no pueden ponerse de pie o extender sus alas adecuadamente. Sólo sobresale el cuello a través de la jaula, para que la persona que les da de comer pueda agarrarles la cabeza y forzarles a abrir el pico. En la mayoría de las granjas, usan una bomba neumática para meterles en la boca la enorme cantidad de comida necesaria para hacer que el hígado se hinche exageradamente.
Introducen la bomba en la garganta de las aves e inyectan la comida en dos o tres segundos. De esta manera, un solo operario puede alimentar a la fuerza a más de mil aves en menos de una hora. Diversos estudios han puesto de manifiesto que este trato, puede causarles heridas de forma inmediata, al igual que contusiones y desgarros en el cuello. También, pueden morir de asfixia cuando el operario les introduce, accidentalmente, comida en la traquea.>
El confinamiento, impide a estas aves llevar a cabo las pautas de conducta que adoptarían normalmente. En su estado natural, forman grupos sociales y pasan largo tiempo en el agua. Dedican la mayor parte del día buscando comida y cuidando de su plumaje bañándose y acicalándose. A medida que se les continúa alimentando a la fuerza, el trauma que se causa a estas aves, se hace más y más severo. Después de una semana, muchas desarrollan enteritis aguda y diarrea. Las plumas del cuello, se vuelven pegajosas y se les ensortijan.
El hígado va aumentando de tamaño gradualmente, lo que les va dificultando el movimiento e incluso respirar adecuadamente. Los observadores que han visitado estas granjas, han señalado que los patos jadean todo el tiempo durante las últimas etapas del ciclo de alimentación forzada. Por otra parte, el aumento de peso les causa heridas por el rozamiento de la zona pectoral, con el suelo de la jaula.
Aparte de alimentarles mucho más de lo que estas aves comerían naturalmente, la dieta que les dan, es deliberadamente deficiente en nutrientes que necesitan, lo que asegura que el hígado acumule tanta grasa como para dejar de funcionar con normalidad. Una ingesta reducida de calcio, contribuye igualmente al hecho de que entre el 30 y el 70 por cien de las aves examinadas en los mataderos, sufran de múltiples fracturas de huesos.
Una persona que investigó este negocio, llegó a la conclusión de que el truco de esta clase de alimentación está en saber cuál es el mejor momento para parar antes de que el ave muera por enfermedad. Las autopsias, han encontrado aves con insuficiencias cardiacas y renales así como con hemorragias hepáticas. En poco tiempo, estas aves padecen avanzados estados de enfermedad.
Algunas de las críticas más irrecusables a la industria del foie gras, proceden de veterinarios que han examinado informes de autopsia de aves criadas para este fin.
El Dr Mark Lerman, un veterinario estadounidense, comentaba lo siguiente: El esófago está tan densificado, hinchado e infectado a causa de la alimentación forzada, que el ave nunca podría volver a comer por sí misma. Las lesiones que he visto en este pato y otros como él son inigualables. Estas lesiones son el resultado de un esfuerzo continuo, perverso y coordinado de forzar físicamente a éstas pobres criaturas a hacer algo para lo que no están diseñadas.
Cría intensiva
El desarrollo de granjas intensivas de foie gras, ha traído consigo que más aves que nunca estén sufriendo los dolorosos efectos de la alimentación forzada. En 1998, esta industria crió 25 millones de patos y gansos. Aunque en Francia promocionan a algunos productores tradicionales como atracción turística, al 80 por ciento de los patos se les mantiene en diminutas jaulas de tipo industrial, ubicadas en edificios terminantemente prohibidos a los visitantes. Este cambio, ha permitido una reducción de gastos y un incremento de los niveles de producción en más del 100 por cien en los últimos diez años.
Hoy en día el foie gras se vende en su estado natural o como paté y puede venderse incluso a 180 libras, (280 dólares) el kilo. Un tarro pequeño del mejor paté de foie gras para cuatro personas puede costar 43 libras (50 dólares). Francia es con mucho el país productor y exportador más importante y es así mismo el mayor importador del producto.
Por lo tanto no es sorprendente que el 90 por cien de todo el foie gras, se consuma en Francia. Un reciente informe de la asociación francesa de foie gras, reveló que el 40 por ciento de la población consume el producto allí cada año y que el francés medio lo consume diez veces al año. Se suele comprar como capricho de la estación en Navidad y Año Nuevo, época en que se consumen cerca de dos tercios del foie gras. Sin embargo, recientes iniciativas de marketing han aumentado las ventas durante el periodo de semana santa en un 5 por ciento.
Un reciente estudio de la industria del foie gras sobre bienestar animal, llevado a cabo por el comité científico de la unión Europea, condenó la producción de este producto por ser perjudicial para el bienestar animal.
Descubrieron que la tasa de mortalidad en algunas granjas durante el período de alimentación forzada, ascendía al cuatro por ciento. ( 20 veces el nivel que sería previsible en patos de granjas convencionales). El comité recomendó que debería encontrarse una alternativa a la alimentación forzada de patos y gansos. Un miembro del comité llegó a la conclusión de que la única recomendación que podía hacer era que la alimentación forzada de patos y gansos debe finalizar y la mejor manera de conseguirlo es prohibiendo la producción, importación, distribución y venta de foie gras.
A pesar del punto de vista de este experto comité, la Unión Europea no ha preparado hasta ahora legislación alguna para evitar o restringir esta práctica. En 1999, el Consejo de Europa, que tiene un grado de participación más amplio que la unión europea, pero no poderes legales de carácter vinculante, recomendó que el confinamiento en jaulas individuales debería haberse eliminado para el 2010. Debido a las presiones por parte de intereses creados, no se hizo ninguna recomendación sobre el proceso de alimentación forzada.
En muchos países, la preocupación por la crueldad que conlleva la producción de foie gras, ha llevado a prohibir los métodos empleados. Las leyes de protección animal de Dinamarca, Alemania, Noruega, Polonia y Austria, prohíben específicamente la alimentación forzada. En Suiza, interpretan la ley contra la crueldad en animales como impedimento para la producción de foie gras y sucesivos ministros en gran Bretaña han afirmado que esta práctica no se permitiría. A pesar de estas leyes, muchos de estos países siguen importando grandes cantidades de foie gras de Francia.
No puede haber ningún otro sistema de cría de animales que como éste, les deforme y enferme a propósito. El confinamiento en jaulas, los métodos usados para forzar a que les lleguen enormes cantidades de comida al estómago y el consecuente deterioro de su salud y bienestar, representan la forma más extrema de explotación animal. Y lo que es más, es imposible que se pudiera introducir algún sistema de regulación que permitiera la producción de foie gras de manera humana.
Seguramente, muchos chefs y restaurantes de elite que consideran que el foie gras tiene un único y exquisito sabor, prefieran no saber cómo se hace el producto. Pero cualquiera que se tome el tiempo de averiguar cómo tratan a los animales en el proceso de la alimentación forzada, lo tendría difícil a la hora de justificar semejante sufrimiento.
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