Sinestesia: los colores de las palabras
Cuando Crane era niña encontraba miradas incrédulas cuando decía que las letras y los números le hacían ver colores o que la música le despertaba el sentido del tacto. No habló más de esas sensaciones ni supo cómo nombrarlas hasta que las palabras de un profesor de psicología cambiaron radicalmente su mundo. El profesor comentó que el Dr. Grosenbacher estaba buscando sujetos experimentales para estudiar la sinestesia. Crane pregúntó "¿y qué es la sinestesia"?, a lo que el profesor contestó "personas que piensan que el 5 es amarillo". Inmediatamente Crane repuso "no... no es amarillo, el 5 es verde". Por supuesto, obtuvo un lugar en la investigación de Grosenbacher.
La sinestesia es una facultad que poseen algunas personas consistente en experimentar sensaciones de una modalidad sensorial a partir de la estimulación de otra distinta. También son frecuentes las asociaciones sensoriales dentro de la misma modalidad, como asociar colores (o incluso formas policromadas) a letras, números y palabras. Un sinestésico puede oír los colores, ver los sonidos o saborear la textura de un objeto. Las posibilidades son infinitas, tantas como sinestésicos hay y no se suelen repetir las sensaciones percibidas de unos a otros. Eso sí, suelen coincidir todos en que la sinestesia es maravillosa y la idea de perderla les parecería como perder uno de sus sentidos. Es un sentido extra que se suma a lo que ven, oyen, tocan o recuerdan, y por eso, para ellos, el resto de la gente es como si viera el mundo en blanco y negro. La sinestesia pone de manifiesto que la realidad no es igual para todos, que algunos de los que nos rodean pueden tener una experiencia distinta del mundo. Suele darse en mayor número en mujeres y se asocia normalmente con una memoria extraordinaria. Además, esta experiencia, curiosamente, se ve acentuada en periodos depresivos
La experiencia de un sinestésico que sea capaz de ver la música puede ser realmente excitante frente a una buena pieza musical: las notas dibujan paisajes de colores, líneas y dibujos imposibles que se mecen al ritmo de los acordes y estallan en mil formas geométricas y nubes de colores al golpe de la batería y los platillos. Una experiencia psicodélica... sin un sólo gramo de sustancias alucinógenas. Lo que sí han dejado claro los estudios psicológicos es que la sinestesia es real
Aproximadamente una de cada 2000 personas son sinestésicas, pero se sabe muy poco de las causas que la originan. Lo poco que conocemos es que todas las personas nacen sinestésicas y, tras un tiempo, las sensaciones sensoriales se van segregando por procesos naturales de muerte neuronal... pero, de forma desconcertante, no en todos los sujetos se pierden las sinapsis entre las distintas áreas sensoriales.
Muchos sinestésicos son artistas, como Baudelaire o Rimsky-Korsakov. En las obras de los artistas que poseen esta facultad podemos encontrar numerosos ejemplos de lo que no era más que una descripción de la forma que tenía de percibir el mundo plasmada en poemas, pinturas, grabados, etc. Los sinestésicos, contrariamente a lo que pudiera pensarse a primera vista, no son más vulnerables que el resto a la enfermedad mental, de hecho, su facultad cognoscitiva está calificada en el Inventario de Personalidad Multifacética de Minnesota (un referente en salud mental) como dentro de los límites de la normalidad.
La sinestesia es tremendamente interesante para los estudiosos de los procesos cognitivos, pues es una ventana a través de la que pueden adentrarse en el estudio de la percepción y la conciencia.
Un sujeto con esta facultad es capaz de recordar el nombre de una persona o una cifra por el color o el aspecto que tienen, porque las formas, colores, sabores y demás sensaciones sensoriales que asocian a una determinada percepción suelen ser constantes, invariables desde su infancia. Es más, pueden acordarse del color o la forma que tiene el nombre de alguien... pero no recordar la palabra en sí. Por eso les genera tanta extrañeza ver números o letras con otro aspecto, por ejemplo, un 3 o una e azul, cuando para ellos siempre fueron verdes. Debido a esto último, la sinestesia es también terreno abonado para el estudio de las emociones.
Las asociaciones de los sinestésicos son tan variadas como sujetos con esta facultad hay, pero por citar algunas curiosas, para ayudar a entender el fenómeno, podríamos mencionar el caso de Steen, quien lleva 15 años sometiéndose a sesiones de acupuntura y los distintos acupuntos le hacen ver siempre los mismos colores. Para Day, en cambio, "un piano es una neblina azul, las guitarras eléctricas son líneas anaranjadas o rojizas flotando en el aire". En los experimentos, cuando los sujetos están delante del ordenador y tienen que escoger el color que tiene un número o una letra, no seleccionan un verde o un naranja cualquiera; al contrario, el naranja, el azul o el rojo tienen un nivel de luminosidad, tinte y saturación determinados y que se repiten invariablemente de prueba a prueba. Además, esos colores son para ellos tan intrínsecos al número o letra como lo pueda ser su forma.
En 1995, midieron el flujo cerebral de sujetos sinestésicos mediante una Tomografía por Emisión de Positrones mientras se suministraban palabras a las que asociaban colores. Lo curioso es que no sólo se activaron las áreas corticales de procesamiento del lenguaje, sino que, por decirlo de alguna forma, los cerebros de los sinestésicos se iluminaron como árboles de navidad, "centelleando" distintas áreas cerebrales, como las que sirven para procesar la vista o el color. Como comentó Baron-Cohen, uno de los investigadores, se produce en estos sujetos una conectividad anatómica no habitual entre diferentes módulos sensoriales de la corteza.
Yo descubrí la sinestesia en un manual de la biblioteca, mientras preparaba un trabajo para una asignatura de la carrera de psicología, y he de confesar que me dejó impresionado, sobre todo, porque en aquel momento, sentado en la sala de la biblioteca comprendí que la gente que me rodea no siente el mundo como lo hago yo, no es capaz de ver la música, de identificar números y letras por sus colores o de ver la forma de las palabras. De repente me vino a la cabeza las conversaciones que mantenía con María, una amiga de la infancia que se sorprendía cuando yo le describía las formas y colores de los días de la semana, y yo me asombraba por el hecho de que ella no pudiera "verlos" de esa forma.
Redes, el programa de RTVE de Eduard Punset, dedicó el programa 232, a la sinestesia. Aquí podeis echarle un vistazo a la entrevista que hizo al prestigioso neurólogo norteamericano Richard E. Cytowic.
Os dejo con un fragmento de un documental del canal Odisea:
No hay comentarios:
Publicar un comentario