¿Quién es el Dr. Ryke Geerd Hamer?
Nacido en la localidad alemana de Frisia en 1935, Dr. Ryke Geerd Hamer se casaría teniendo sólo 21 años con otra aspirante a médico, Sigrid Oldenburg, sólo un año después de superar el examen de acceso para estudiar Medicina. Sin embargo, influido sin duda por sus padres -pastores protestantes- se licenciaría primero en Teología en Erlangen. Luego, en 1959 -con 24 años- Hamer aprobaría el examen estatal de Medicina de Marbourg y terminaría licenciándose en Ciencias Médicas con las especialidades de Psiquiatría y Pediatría. Formación que, por cierto, complementaría con los estudios de Física donde llegó a completar doce semestres aunque no llegó a efectuar el examen.
En 1961 obtendría el grado de Doctor en Medicina trabajando durante varios años en clínicas universitarias de Tübingen y de Heidelberg, lugar donde también ejercería la docencia. En 1972 se especializaría en Medicina Interna y efectuó investigaciones sobre “la angiometría de los tumores cerebrales”. Asimismo, obtendría diploma de radiólogo. Hamer es además inventor. Así, inventó el escalpelo eléctrico que lleva su nombre y que permite operar de forma no traumática -corta casi 20 veces más finamente que un bisturí normal- y de una sierra especial para las intervenciones óseas. También tiene patentada una couchette para masaje que se adapta automáticamente al contorno del cuerpo y un aparato que permite el diagnóstico serológico transcutáneo. Se trataba, en suma, de un médico de sólida reputación y un prestigio innegable.
Sin embargo, todo cambiaría en 1978 cuando -como contamos el pasado mes- la muerte de su hijo por un disparo le llevaría tanto a él como a su mujer a desarrollar sendos cánceres -él en un testículo, ella en una mama- no tardando mucho en relacionar ambos hechos. A partir de ese instante iniciaría una investigación que le llevaría a determinar lo que denominó “Ley de Hierro del Cáncer”, piedra angular alrededor de la cual se articularía lo que hoy se conoce como “La Nueva Medicina”.
En octubre de 1981, convencido de que su descubrimiento podía ayudar a mucha gente, decide presentarlo para su validación en la Universidad de Tübingen. ¿Y por qué en ella? Pues porque la ley alemana obliga a las universidades a pronunciarse respecto de los trabajos de los médicos doctorados en ellas y Hamer se doctoró en Tübingen.
Sin embargo, y para su sorpresa, el tribunal médico designado al efecto, en una decisión insólita, le coloca ante la alternativa de abjurar de su tesis o abandonar de inmediato su trabajo clínico en la institución. Hamer insiste en que se compruebe lo que afirma y espera. Y en mayo del año siguiente la Universidad de Tübingen le devuelve sus documentos de trabajo sobre la relación entre psiquismo y cáncer… pero sin haber efectuado verificación alguna.
Posteriormente, en 1986, viendo que sigue manteniendo sus ideas, la Universidad de Tübingen le abre un proceso para prohibirle el ejercicio de la medicina “por no querer abjurar de la Ley de Hierro del Cáncer y no asumir las tesis convencionales sobre el cáncer”. El acto se celebra en una sesión única en 1990 y en el mismo se le declara como una persona incapaz de controlarse y, por tanto, incompetente para juzgar las necesidades de tratamientos contra el cáncer. Se le inhabilita como médico. Y encima, el tribunal decreta que no existe posibilidad alguna de que se vuelva a revisar su caso. Hamer, sin embargo, acude a los tribunales y exige que la Universidad de Tübingen se pronuncie sobre los descubrimientos que presentó en lugar de limitarse a descalificarle. Y gana: en 1986 el tribunal condena a la Universidad de Tübingen a reabrir el proceso de inhabilitación de Hamer y a pronunciarse sobre lo que éste plantea. Pero la universidad guardaría silencio ¡durante 8 años!: hasta 1994. Y sólo para volver a declarar -el 22 de abril- que “en el marco del proceso de habilitación del Dr. Hamer no está prevista la verificación” de sus asertos.
Sin embargo, y para su sorpresa, el tribunal médico designado al efecto, en una decisión insólita, le coloca ante la alternativa de abjurar de su tesis o abandonar de inmediato su trabajo clínico en la institución. Hamer insiste en que se compruebe lo que afirma y espera. Y en mayo del año siguiente la Universidad de Tübingen le devuelve sus documentos de trabajo sobre la relación entre psiquismo y cáncer… pero sin haber efectuado verificación alguna.
Posteriormente, en 1986, viendo que sigue manteniendo sus ideas, la Universidad de Tübingen le abre un proceso para prohibirle el ejercicio de la medicina “por no querer abjurar de la Ley de Hierro del Cáncer y no asumir las tesis convencionales sobre el cáncer”. El acto se celebra en una sesión única en 1990 y en el mismo se le declara como una persona incapaz de controlarse y, por tanto, incompetente para juzgar las necesidades de tratamientos contra el cáncer. Se le inhabilita como médico. Y encima, el tribunal decreta que no existe posibilidad alguna de que se vuelva a revisar su caso. Hamer, sin embargo, acude a los tribunales y exige que la Universidad de Tübingen se pronuncie sobre los descubrimientos que presentó en lugar de limitarse a descalificarle. Y gana: en 1986 el tribunal condena a la Universidad de Tübingen a reabrir el proceso de inhabilitación de Hamer y a pronunciarse sobre lo que éste plantea. Pero la universidad guardaría silencio ¡durante 8 años!: hasta 1994. Y sólo para volver a declarar -el 22 de abril- que “en el marco del proceso de habilitación del Dr. Hamer no está prevista la verificación” de sus asertos.
Y no crea el lector que durante todo ese tiempo Hamer dejó de ser perseguido. El 21 de julio de 1988, a instancias de quienes habían decidido retirarlo de la circulación, el tribunal de primera instancia de Coblence le citó para que compareciera y decidir si estaba en su sano juicio sometiéndole a un examen psiquiátrico, algo de lo que se encargaría el profesor Horn, director del hospital psiquiátrico regional. Sin embargo, el intento de internarlo a la fuerza en una institución psiquiátrica con el fin de callarle -o, al menos, desprestigiarle- fracasa. Sólo unos meses después, el 9 de diciembre de 1988, el profesor titular de la cátedra de cancerología de la Universidad de Viena, Dr. Jórg Birkmayer, declararía -para sorpresa general- que había verificado la veracidad de la llamada Ley de Hierro de Hamer. Verificación a la que seguirían otras posteriores realizadas por equipos médicos de Munich y Chambéry. Otros colegas médicos, obviamente, se interesarían de inmediato en ello. Y el 24 de junio de 1992 se anuncia que de nuevo ha vuelto a verificarse. Así se recoge en un comunicado oficial de la Facultad de Medicina de Dusseldorf firmada por el profesor E. A. Stemmann.
Todo esto, sin embargo, no paralizaría los ataques. Es más, desde entonces los intentos de desprestigio y desacreditación del Dr. Hamer y de sus descubrimientos han sido constantes. Y así, el 21 de mayo de 1997 fue de nuevo arrestado. Resulta que, como oficialmente seguía inhabilitado para ejercer por no abjurar de sus afirmaciones, fue acusado de practicar la Medicina por asesorar a unas personas que le habían consultado sobres sus problemas cancerígenos. Por lo que la juez, en Colonia (Alemania), decidió encarcelarle basándose en tres razones. La primera, que había infringido la ley de práctica médica. Es decir, como estaba inhabilitado para ejercer como médico es obvio que sus consejos los había hecho como vulgar curandero y eso lo castiga la ley. Así que se aplicó la norma al respecto, aprobada en la época de Hitler. Muy apropiada al caso. Especialmente porque, para mayor sarcasmo, Hamer se limitó a dar unos consejos y ni siquiera cobró por ello. La segunda razón fue “no atenerse a razones”. Es decir, negarse a abjurar de sus convicciones. Una exigencia más propia de la época de la Inquisición que del siglo XXI. Y tercero, que existía el “temor fundado” de que se fugase a España. Para mayor escarnio, la resolución judicial indicaba que el doctor Hamer sólo podría ser visitado en prisión media hora dos veces al mes, previa solicitud y, a ser posible, en grupo. Medidas propias de un peligroso criminal. He de decir que seguí aquel vergonzoso proceso muy de cerca y publiqué ampliamente en su momento todo este sinsentido sufragando los gastos para que Itziar Orube, colaboradora de la revista que entonces dirigía, pudiese asistir en directo en Alemania al juicio. Han pasado varios años pero la sensación de asco ante determinados actos de ¿justicia? como éste aún me revuelven el estómago.
Cabe añadir que son muchos los médicos que verificado las afirmaciones y postulados de Hamer. Hay casi una treintena de estudios al respecto, algunos oficializados notarialmente. Sin embargo, no se les ha dado credibilidad alguna. Siempre con el argumento de que el reconocimiento oficial de algo así sólo podía hacerlo una universidad oficial. Entonces sí sería reconocida…
Pero quienes se excusaban con tal argumento mentían. Porque el 8 y 9 de Septiembre de 1998 los postulados de la Nueva Medicina fueron también verificados y confirmados oficialmente por la Universidad de Trnava, en Eslovaquia, como certificaron con sus firmas los doctores J. Miklosko -Vicerrector de la Universidad-, V. Krcmery -Decano de la Facultad- y J. Pogády -Catedrático de Psiquiatría y Presidente de la Comisión-. Una certificación que, textualmente dice:
“Durante los días 8 y 9 de Septiembre de 1998, en el Servicio de Oncología del Instituto Oncológico Santa Isabel de Bratislava, y ante la presencia del Vicerrector de la Universidad de Trnava, del Decano de la Facultad de Enfermería y Naturaleza Social de la Universidad y de diez personas más, entre docentes y catedráticos, han sido examinados siete casos de pacientes con más de veinte enfermedades. Los protocolos médicos de dichos casos, establecidos por el Dr. Hamer, se adjuntan a la presente. Se trataba de constatar la comprobación de su sistema en base a reglas científicas de reproductibilidad. Los hechos ocurrieron de la siguiente manera: de las cerca de cien pruebas que se pueden examinar en cada enfermedad según las reglas de la Nueva Medicina (no pudieron ser examinadas todas por falta de datos), en todas las que se pudo comprobar se constató que se cumplían con exactitud las leyes naturales de esta Nueva Medicina.
Cabe añadir que son muchos los médicos que verificado las afirmaciones y postulados de Hamer. Hay casi una treintena de estudios al respecto, algunos oficializados notarialmente. Sin embargo, no se les ha dado credibilidad alguna. Siempre con el argumento de que el reconocimiento oficial de algo así sólo podía hacerlo una universidad oficial. Entonces sí sería reconocida…
Pero quienes se excusaban con tal argumento mentían. Porque el 8 y 9 de Septiembre de 1998 los postulados de la Nueva Medicina fueron también verificados y confirmados oficialmente por la Universidad de Trnava, en Eslovaquia, como certificaron con sus firmas los doctores J. Miklosko -Vicerrector de la Universidad-, V. Krcmery -Decano de la Facultad- y J. Pogády -Catedrático de Psiquiatría y Presidente de la Comisión-. Una certificación que, textualmente dice:
“Durante los días 8 y 9 de Septiembre de 1998, en el Servicio de Oncología del Instituto Oncológico Santa Isabel de Bratislava, y ante la presencia del Vicerrector de la Universidad de Trnava, del Decano de la Facultad de Enfermería y Naturaleza Social de la Universidad y de diez personas más, entre docentes y catedráticos, han sido examinados siete casos de pacientes con más de veinte enfermedades. Los protocolos médicos de dichos casos, establecidos por el Dr. Hamer, se adjuntan a la presente. Se trataba de constatar la comprobación de su sistema en base a reglas científicas de reproductibilidad. Los hechos ocurrieron de la siguiente manera: de las cerca de cien pruebas que se pueden examinar en cada enfermedad según las reglas de la Nueva Medicina (no pudieron ser examinadas todas por falta de datos), en todas las que se pudo comprobar se constató que se cumplían con exactitud las leyes naturales de esta Nueva Medicina.
Los abajo firmantes aseguramos que, en su presentación, realizada en dos ejercicios de verificación, se confirma su sistema con mucha probabilidad. Valoramos en gran estima el compromiso ético, humano y paciente del Dr. Hamer así como su nueva aproximación integral al paciente.
Considerando todos estos factores estamos convencidos de que la cuestión de la pronta aplicación de la Nueva Medicina debe ser efectuada con urgencia.”
Cabe añadir que hoy son miles los médicos convencidos en todo el mundo de que Hamer tiene razón y siguen sus enseñanzas, recogidas en lo que vino a denominar “La Nueva Medicina”. A pesar de que algunos colegios médicos españoles abrieron también expedientes a algunos afiliados que decidieron seguirla. Porque también en España hay médicos que han sufrido persecución por compartir los planteamientos de Hamer. Aquellos que se atrevieron a decir que tenía razón o, simplemente, que lo que planteaba tenía sentido y había que investigarlo. Hoy, conscientes de que el sistema los aplastaría si insisten en decir lo que piensan en público, trabajan en silencio. Discretamente. Conozco a médicos de toda España en esa situación. Es más, la estrategia adoptada por los prebostes de la Oncología es hacerse los tontos cuando se les pregunta por Hamer, mirarse los unos a los otros con cara de fingida sorpresa y decir que no saben quién ese señor por el que se les pregunta. Lo he vivido varias veces, la primera de ellas durante el acto de presentación del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) que dirige Mariano Barbacid. Por supuesto, todos lo conocen. Sin excepción.
Considerando todos estos factores estamos convencidos de que la cuestión de la pronta aplicación de la Nueva Medicina debe ser efectuada con urgencia.”
Cabe añadir que hoy son miles los médicos convencidos en todo el mundo de que Hamer tiene razón y siguen sus enseñanzas, recogidas en lo que vino a denominar “La Nueva Medicina”. A pesar de que algunos colegios médicos españoles abrieron también expedientes a algunos afiliados que decidieron seguirla. Porque también en España hay médicos que han sufrido persecución por compartir los planteamientos de Hamer. Aquellos que se atrevieron a decir que tenía razón o, simplemente, que lo que planteaba tenía sentido y había que investigarlo. Hoy, conscientes de que el sistema los aplastaría si insisten en decir lo que piensan en público, trabajan en silencio. Discretamente. Conozco a médicos de toda España en esa situación. Es más, la estrategia adoptada por los prebostes de la Oncología es hacerse los tontos cuando se les pregunta por Hamer, mirarse los unos a los otros con cara de fingida sorpresa y decir que no saben quién ese señor por el que se les pregunta. Lo he vivido varias veces, la primera de ellas durante el acto de presentación del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) que dirige Mariano Barbacid. Por supuesto, todos lo conocen. Sin excepción.
EL PLANTEAMIENTO DE HAMER
Llegados a este punto, el lector que no ha oído hablar de Hamer ni de lo que postula se estará preguntando qué afirma ese médico alemán para que haya sufrido tamaña persecución. Y es sencillo: Hamer afirma que el cáncer es un proceso biológico natural que el cuerpo pone en marcha cuando alguien sufre un shock traumático inesperado. Lo que él llama un choque conflictivo biológico. Y que mientras dura el conflicto, el cáncer se extiende. Sin embargo, si el conflicto se resuelve el cáncer se detiene y el propio organismo lo hace desaparecer. Por lo que en muchos casos la mejor manera de curar un cáncer es actuar sobre el problema psíquico y emocional dejando a continuación, resuelto a ese nivel el conflicto, que actúe la naturaleza. Sin interferencia alguna. Y, por tanto, evitando radiarle, darle quimioterapia o envenenarle con otros tóxicos. Porque eso sólo agrava el problema e impide la recuperación. Es más, para Hamer la mayor parte de las muertes en los casos de cáncer no se deben a éste sino a los tratamientos que los médicos aplican intentando “curarlo”.
“En las estadísticas oficiales facilitadas por el Centro Alemán de Investigación del Cáncer de Heidelberg -cuenta Hamer- se puede leer que son pocos los pacientes que después de cinco años sobreviven al tratamiento con quimioterapia. La Fiscalía de Wiener Neustadt tuvo que admitir, por el contrario, que de los 6.500 pacientes -la mayoría con cáncer avanzado- cuyas direcciones incautaron en el registro que efectuaron en el Centro para la Nueva Medicina de Burgau sobreviven todavía 6.000 después de 4 a 5 años; es decir, más de un 90%”.
“En las estadísticas oficiales facilitadas por el Centro Alemán de Investigación del Cáncer de Heidelberg -cuenta Hamer- se puede leer que son pocos los pacientes que después de cinco años sobreviven al tratamiento con quimioterapia. La Fiscalía de Wiener Neustadt tuvo que admitir, por el contrario, que de los 6.500 pacientes -la mayoría con cáncer avanzado- cuyas direcciones incautaron en el registro que efectuaron en el Centro para la Nueva Medicina de Burgau sobreviven todavía 6.000 después de 4 a 5 años; es decir, más de un 90%”.
Y añadiría, atónito y dolido: “En los últimos años he sufrido amenazas de muerte, caza de brujas, persecución por los medios de comunicación y prohibición de ejercer la medicina así como diversos intentos de atentado y amenazas de psiquiatrización forzada -por distorsión de la realidad- hasta llegar a ser encarcelado todo un año simplemente por informar gratuitamente a tres personas sobre la Nueva Medicina. ¿Le parece a alguien normal?”
LA NUEVA MEDICINA
Imagino que tanto las peripecias como las afirmaciones de Hamer habrán dejado perplejos a la mayor parte de los lectores, especialmente a los médicos. Y, sin embargo, no son aseveraciones gratuitas o infundadas. Es más, la Nueva Medicina de Hamer da respuesta a la causa de la mayor parte de las enfermedades así como pautas sobre su curación. Una Nueva Medicina que se fundamenta en cinco Leyes Biológicas que explican no sólo qué es el cáncer sino cómo se cura: dejando simplemente actuar al organismo. Pero como quiera que su explicación requiere cierto espacio para que el lector lo comprenda bien le invito a leerlo el próximo mes en detalle.
En todo caso, debo adelantar ya desde este instante que si bien la mayor parte de las afirmaciones de Hamer son correctas y las ha demostrado fehacientemente discrepamos con él en una cuestión importante: en su afirmación de que todo cáncer tiene un origen traumático. Esa afirmación cabe matizarla porque, a juicio de otros muchos expertos, sólo es cierta en el 80 u 85% de los casos. En la mayoría, pues, pero no en todos. Y es que existen causas externas no psíquicas ni emocionales que pueden provocar un error de decodificación en las células que las lleven a cancerizarse como ya explicamos en los dos primeros artículos de esta serie.
En todo caso, debo adelantar ya desde este instante que si bien la mayor parte de las afirmaciones de Hamer son correctas y las ha demostrado fehacientemente discrepamos con él en una cuestión importante: en su afirmación de que todo cáncer tiene un origen traumático. Esa afirmación cabe matizarla porque, a juicio de otros muchos expertos, sólo es cierta en el 80 u 85% de los casos. En la mayoría, pues, pero no en todos. Y es que existen causas externas no psíquicas ni emocionales que pueden provocar un error de decodificación en las células que las lleven a cancerizarse como ya explicamos en los dos primeros artículos de esta serie.
Ello no obsta, empero, para que las aportaciones de Hamer nos hayan permitido entender a todos mucho mejor qué es en realidad el cáncer y cómo se cura y, por tanto, merezcan nuestro más sincero reconocimiento. Hablaremos de todo ello en el próximo número.
José Antonio Campoy
Director Discovery Salud.
Curación del Cáncer: Entrevista al Dr. Hamer en 1994 en TVE2 sobre la “Nueva Medicina” por la que fue encarcelado.
La Curación del Cáncer: Entrevista con el Dr. Ryke Geerd Hamer en TVE2
Después de esta entrevista, el Dr. Hamer fue encarcelado y puesto en libertad tras 535 días de prisión vergonzosa en Francia.
A continuación la editorial de la revista Discovery Salud.
EL CASO HAMER Y LA PODREDUMBRE DEL SISTEMA JUDICIAL…
El encarcelamiento del mundialmente conocido médico alemán Ryke Geerd Hamer tras su detención el pasado 9 de septiembre en la provincia de Málaga -donde reside desde hace años- tras ser extraditado a Francia en cumplimiento de una euroorden emitida por el tribunal de Gran Instancia de Chambery -que tramitó el Juzgado Central de Instrucción nº 1 y aceptó finalmente la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional en auto emitido el 11 de octubre pasado- constituye a nuestro juicio uno de los episodios más vergonzosos de la historia de la Medicina y un borrón para todo el sistema judicial europeo. En el momento de escribir estas líneas el doctor Hamer se encuentra aún preso en una cárcel del sur de la capital gala -en Ste. Généviève des Bois- de forma preventiva, es decir, para asegurarse de que estará presente en el juicio que debe decidir sobre el recurso de casación presentado ¡por él mismo! contra la sentencia que se dictó en su contra estando oficialmente “en rebeldía” (a pesar de que su ausencia estaba médicamente justificada y había solicitado nueva fecha para su celebración). ¿Y qué tremendo delito ha cometido para que se ordene su detención preventiva durante semanas y nada menos que emitiendo una euroorden cuando la condena recurrida fue de sólo 3 años? Pues resulta que ha sido condenado por “complicidad en el delito de ejercicio ilegal de la Medicina” -delito que no existe jurídicamente- así como por “estafa”. Pero, ¿sabe el lector en qué ha consistido esa “complicidad”? Pues resulta que una enfermera llamada Sitx que había leído las obras de Hamer aconsejaba a las personas con las que se relacionaba que no se sometiesen a quimioterapia y radioterapia -terapias que como todo el mundo sabe no curan el cáncer- y siguiesen los consejos de lo que el médico alemán plantea en su tratado “La Nueva Medicina”. Y que, de forma resumida, se podría decir que consiste en dejar al cuerpo que se autocure tras resolver el schock traumático inesperado que, vivido en soledad, produce la inmensa mayoría de los cánceres según los postulados de Hamer. Bueno, pues los jueces franceses dictaminaron que los consejos de la mencionada enfermera constituyen “ejercicio ilegal de la Medicina”; y como ésta lo que hacía era en el fondo contar a los enfermos lo que Hamer afirma… se le consideró a éste “cómplice de ejercicio ilegal de la Medicina”. Estupidez a la que se agregaría que Hamer lo hizo además estando entonces inhabilitado temporalmente para ejercer la Medicina por lo que sus consejos o sugerencias -por las que jamás cobró- los daba por tanto como “curandero” y no como médico. ¡Increíble! En cuanto al delito de “estafa” se dice que lo cometió por “abusar” del “estado de debilidad” de los enfermos de cáncer al hacer gala de su condición de médico e “incitarles” a que comprasen sus libros y le ayudasen económicamente con donaciones. Tal es la ¡estafa! cometida. Esperpéntico. Como el lector imaginará la conmoción en todo el mundo es notable y decenas de miles de e-mail atraviesan hoy cada día Internet expresando su indignación, muchos de ellos de médicos. Sirva como ejemplo que una asociación italiana que inmediatamente se movilizó -A.L.B.A.- hizo llegar más de 3.000 firmas en sólo unos días a Amnistía Internacional solicitando su apoyo ante tan flagrante injusticia. La respuesta de la representante de la organización para Francia y España, Veronika Nelson, es que conocen el caso pero han decidido no intervenir “porque Francia no es un país en el que haya evidencias de que el doctor Hamer pueda ser maltratado o torturado” y “valorar si alguien es víctima de un posible error judicial no entra en la política de Amnistía Internacional”. La nota termina agregando que además “carecen de los recursos humanos y financieros para intervenir en cada caso de violación de los derechos humanos.” ¡Como si el caso de Hamer fuera un asunto individual! Los casos de Sixt y Hamer afectan ¡a todos los médicos y enfermeras del mundo! ¡Y a todos los que mañana podemos encontrarnos con que basta dar un simple consejo a un amigo sobre qué tomar si está resfriado para poder ser acusados, en el caso de que tal memez alcanzara rango de jurisprudencia, de “intrusismo profesional”. Aministía Internacional se equivoca pues profundamente ya que muchos casos individuales determinan luego normas legales que después son de aplicación general y nos afectan a todos.
Hamer no es un estafador. Es doctor en Medicina Interna con el título de Radiólogo y posee además las especialidades de Psiquiatra y Pediatría. Y sus postulados sobre cáncer han sido refrendados por personalidades y centros de reconocida categoría. En 1984 se verificaron en la Clínica de Cardiología de Viena. En 1988 admitieron haberlo verificado el profesor titular de la cátedra de Cancerología de la Universidad de Viena Jórg Birkmeyer y su colega el doctor Rozkydal. En 1992 lo volvería a verificar el profesor E. A. Stemmann en un comunicado oficial de la Facultad de Medicina de Dusseldorf. En 1997 lo haría el psicólogo clínico Marc Fréchet. Y en 1998 lo haría oficialmente el Instituto Oncológico S. Elisabetta de Bratislava y el Departamento Oncológico del Hospital de Trnava en Eslovaquia. Sin olvidar los centenares de trabajos y libros donde otros muchos médicos, psicólogos, psiquiatras, biólogos y químicos se hacen eco -muchos de ellos entusiasmados- de sus descubrimientos y de lo que para el mundo significa la “Nueva Medicina”
Es obvio que lo que está sucediendo en el ámbito sanitario en todo el mundo es un escándalo. La corrupción alcanza ya a todos los niveles.
José Antonio Campoy
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