Mente en forma: ideas para mantener activo el cerebro
A los 30 años suele haberse acabado ya la etapa formativa reglada, dejando de estudiar, memorizar y prepararse para los exámenes. Un momento que es el adecuado para empezar a seguir una serie de pasos e introducir hábitos saludables en el día a día que permitan mantener la mente en forma y ejercitarla. No es necesario hacer grandes esfuerzos ni dedicarle un tiempo excesivo. Cuatro pautas básicas ayudan a tener una mente en perfecto estado.
EVA SERENO REDACCIÓN APRENDEMAS - 21/02/2011
Se acabó ir a clase todos los días, estudiar y realizar trabajos para evaluación, preparar el examen final, hacer el proyecto fin de carrera o doctorarse. Son sólo algunos ejemplos de las acciones que dejan de hacerse una vez se ha acabado el aprendizaje en la vida académica. Y, en un principio, puede parecer toda una liberalización personal, pero cuidado porque un cese de actividad en la formación reglada no debe suponer el punto y final para mantener la mente en forma, sobre todo, porque cada vez es más necesario seguir formándose para actualizar los conocimientos profesionales. Pero también es necesario seguir ejercitándola para favorecer el desarrollo personal.
Y es que, aunque existen diferentes teorías, en general a partir de los 25 años empieza el declive del proceso de aprendizaje, necesitando un mayor esfuerzo para aprender algo nuevo porque hasta esa edad el nivel de plasticidad y las conexiones neuronales son todavía rápidas y la pérdida de neuronas no es significativa.
No obstante, hay que tener en cuenta que la disminución en la pérdida de velocidad de procesamiento no se produce tanto por la edad como por el uso que se hace. “A partir de los 30 años y conforme más se va avanzando en la edad es más importante fortalecer el cerebro y prevenir su deterioro”, indica José Antonio Portellano Pérez, profesor titular del Departamento de Psicobiología de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en Neuropsicología.
Ya lo dijo el científico Ramón y Cajal: cada persona se deteriora según ha vivido.El cerebro es como un músculo cualquiera del cuerpo humano que hay que ejercitar para “desarrollar musculatura en este caso cerebral. Es como una rotura de pierna en la que se tienen que estar quince días sin moverla. Pasado ese tiempo, se ha perdido masa muscular y hay que ejercitarla para volver a tener tono muscular”, explica Andrés González Bellido, presidente de la Sección de Educación del Col legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya, psicólogo y catedrático de Orientación Educativa.
Por esos motivos es importante seguir una serie de pautas con las que contribuir a que la mente se mantenga en buena forma. Y, aunque no hay ninguna “receta mágica”, las claves que hay que introducir en el día a día se basan en una adecuada alimentación, ejercicio físico, actividad cerebral y buen humor u optimismo (psicología positiva).
Su introducción en el día a día debe realizarse en función de cada persona pues hay profesiones en las que la formación continua o reciclaje profesional es casi continuo como las relacionadas con las nuevas tecnologías, o bien se mantiene la mente activa por la actividad que se realiza como es el caso del periodismo o la documentación.
No obstante, aunque la profesión exija un nivel determinado de actividad cerebral es conveniente seguir ejercitando la mente fuera del ámbito laboral haciendo gimnasia cerebral. Es cuestión de compensar. Por ejemplo, una persona que trabaja en una central de llamadas puede hacer algo creativo que no sea rutinario.
El tiempo que hay que dedicarle varía en función de la persona, aunque puede ser suficiente con una hora al día dedicada en su totalidad a actividades que fortalezcan y favorezcan la plasticidad cerebral de forma positiva. Un tiempo de dedicación que “debe aumentarse no en función de la edad que se tenga, sino de lo que se haya hecho antes. El envejecimiento no es tanto genético como por factores personales. Hay personas que se vuelven perezosas”, matiza José Antonio Portellano.
Y para ejercitar el cerebro una de las opciones es aprender idiomas. “A partir de los 30 años si aprendo un nuevo idioma, me va a costar más, pero insistiendo a nivel cerebral se van a generar nuevas conexiones interneuronales y van a mejorar las que ya se tienen”, explica el neuropsicólogo.
Otras actividades que pueden realizarse son sudokus y crucigramas, aprender a escribir poesía, tocar un instrumento musical, leer, hacer puzzles, jugar al ajedrez, montar un jardín…, entre muchas posibilidades “porque cuanto más ejercitas una actividad cognitiva más se obliga a que la neuroquímica cerebral cambie positivamente y se evite el estancamiento”, añade el neuropsicólogo, quien explica que, por ejemplo, “la práctica de la lectura mejora todo el cerebro y las áreas del lenguaje y se fortalece la memoria verbal”.
Un gran aficionado a los sudokus es Felipe Herrero. Realiza uno o dos al día en función del nivel de dificultad. “Empecé a hacerlos por casualidad al verlos en el periódico y me aficioné enseguida porque me parecen muy entretenidos. Además, creo que hacen que mi mente esté más ágil”. Una afición que este arquitecto de 40 años combina con las manualidades. “Es una manera de seguir creando, aunque de otra forma distinta al trabajo que realizo día a día. Sobre todo, me gusta hacer edificios u objetos con madera, pinzas de la ropa e, incluso, palillos. Paso el tiempo y siento mucha satisfacción cuando los he acabado y puedo enseñárselos a los amigos”.
También son muy útiles los denominadosejercicios neuróbicos que se basan en introducir cambios en los procesos de cualquier actividad. “El problema es la rutina porque a nivel de pensamiento y de conexiones neuronales se produce un acomodamiento y no se crean nuevas conexiones”, manifiesta el psicólogo Andrés González.
Y es que con pequeños cambios se contribuye a generar nuevas conexiones. Por ejemplo,puede optarse porcepillarse los dientes con la mano izquierda si se es diestro, no hacer la cama siempre de la misma manera, empezar a pasar la aspiradora por un área distinta de la casa cada vez que se limpia, cambiar las formas en las que se cocina un alimento o salir a pasear modificando el trayecto, entre otras muchas posibilidades.
Porque lo importante es no hacer las actividades de forma automática y que haya una variación de lo que se realiza. Por ejemplo, “hacer crucigramas es positivo, pero se desarrollan unas áreas concretas. Hay que hacer cosas distintas para salir de la rutina”, matiza el psicólogo.
Otras alternativas para mantener la mente activa son los cursos que se ofrecen en algunas escuelas especializadas en este campo en las cuales se puede aprender a autoevaluar las habilidades mentales, desarrollar la habilidad de observar y observarse que es fundamental para poder ejercer la voluntad y el autocontrol, técnicas de relajación o ejercicios para desarrollar y fortalecer la capacidad de concentración; de educación de la concentración y la mejora para aprender diferentes fórmulas que pueden aplicarse para conseguir este objetivo, o de gestión intelectual y aprendizaje autónomo en el que se desarrolla la propuesta técnica de esta escuela de lectura comprensiva y la técnica de estudio multisensorial.
A través de estos cursos se realizan ejercicios que permiten desarrollar“habilidades de autodominio, concentración, memoria, observación, agilidad mental, creatividad aplicada, comunicación, distensión y estrategia. Están seleccionados por su efectividad para integrar configuraciones de redes neuronales más eficientes”, asevera Patricio Jorge Vargas, cofundador y director de la escuela argentina de Educación Mental Mentat. Vargas señala que normalmente las personas que eligen estos cursos son “generalmente mayores de 30 años, de ambos sexos, con formación terciaria, universitaria y profesional”.
El interés en ellos “proviene de la necesidad de mejorar en el rendimiento mental, específicamente en agilidad mental, concentración y memoria por el aumento exponencial del flujo informacional, la presión creciente de la competencia laboral y profesional y la preocupación por estar a la altura de los desafíos de la formación continua”, concluye el director.
Videojuegos, ¿sí o no?
A la hora de ejercitar la mente existen algunos tópicos o mitos. Entre ellos figura la relación entre los videojuegos y la capacidad de aprendizaje o de desarrollo cerebral. Un aspecto sobre el que existen opiniones a favor y en contra y en el que hay que ser especialmente cautos para no sobrevalorar ni despreciar sus beneficios.
Y es que, por ejemplo, algunos de los que se comercializan específicamente como adecuados para mantener la mente en forma no tienen tanto efecto positivo sobre el cerebro, aunque sí son útiles. El principal problema con los videojuegos es que se compran “pero se abandonan y no hay una constancia”, añade el neuropsicólogo José Antonio Portellano.
Pero, aunque uno sea constante, hay que utilizarlos con cierto cuidado como sucede con los videojuegos que comprenden elementos de estrategia, que pueden ser favorables para ejercitar la mente, aunque suelen introducir un nivel de tensión al tener que hacer determinadas acciones en un tiempo determinado.
Este elemento “puede generar tensiones y si estamos tres horas deja de ser positivo”, explica Antonio González, quien añade que en estudios realizados se ha constatado que el nivel de tensión que se tiene con el videojuego se reproduce durante dos o tres horas después de haber acabado el juego. “Si se estudia en esas dos o tres horas, no se aprovecha porque se tiene el nivel de actividad del videojuego”. No obstante, este tipo de juegos pueden ser beneficiosos siempre que no se juegue con ellos horas y horas seguidas y no haya un nivel alto de competición que elimine ese beneficio.
Más beneficioso es el popular juego del tetris que, por ejemplo, contribuye a la mejora “del área del cerebro donde esta nuestro GPS, el lóbulo parietal, mejorando la capacidad espacial y los circuitos y redes”, explica José Antonio Portellano. A pesar de ello, cuidado: los videojuegos nunca debe excluir otra serie de actividades.
Y es que, aunque existen diferentes teorías, en general a partir de los 25 años empieza el declive del proceso de aprendizaje, necesitando un mayor esfuerzo para aprender algo nuevo porque hasta esa edad el nivel de plasticidad y las conexiones neuronales son todavía rápidas y la pérdida de neuronas no es significativa.
No obstante, hay que tener en cuenta que la disminución en la pérdida de velocidad de procesamiento no se produce tanto por la edad como por el uso que se hace. “A partir de los 30 años y conforme más se va avanzando en la edad es más importante fortalecer el cerebro y prevenir su deterioro”, indica José Antonio Portellano Pérez, profesor titular del Departamento de Psicobiología de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en Neuropsicología.
Ya lo dijo el científico Ramón y Cajal: cada persona se deteriora según ha vivido.El cerebro es como un músculo cualquiera del cuerpo humano que hay que ejercitar para “desarrollar musculatura en este caso cerebral. Es como una rotura de pierna en la que se tienen que estar quince días sin moverla. Pasado ese tiempo, se ha perdido masa muscular y hay que ejercitarla para volver a tener tono muscular”, explica Andrés González Bellido, presidente de la Sección de Educación del Col legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya, psicólogo y catedrático de Orientación Educativa.
Por esos motivos es importante seguir una serie de pautas con las que contribuir a que la mente se mantenga en buena forma. Y, aunque no hay ninguna “receta mágica”, las claves que hay que introducir en el día a día se basan en una adecuada alimentación, ejercicio físico, actividad cerebral y buen humor u optimismo (psicología positiva).
Su introducción en el día a día debe realizarse en función de cada persona pues hay profesiones en las que la formación continua o reciclaje profesional es casi continuo como las relacionadas con las nuevas tecnologías, o bien se mantiene la mente activa por la actividad que se realiza como es el caso del periodismo o la documentación.
No obstante, aunque la profesión exija un nivel determinado de actividad cerebral es conveniente seguir ejercitando la mente fuera del ámbito laboral haciendo gimnasia cerebral. Es cuestión de compensar. Por ejemplo, una persona que trabaja en una central de llamadas puede hacer algo creativo que no sea rutinario.
El tiempo que hay que dedicarle varía en función de la persona, aunque puede ser suficiente con una hora al día dedicada en su totalidad a actividades que fortalezcan y favorezcan la plasticidad cerebral de forma positiva. Un tiempo de dedicación que “debe aumentarse no en función de la edad que se tenga, sino de lo que se haya hecho antes. El envejecimiento no es tanto genético como por factores personales. Hay personas que se vuelven perezosas”, matiza José Antonio Portellano.
Y para ejercitar el cerebro una de las opciones es aprender idiomas. “A partir de los 30 años si aprendo un nuevo idioma, me va a costar más, pero insistiendo a nivel cerebral se van a generar nuevas conexiones interneuronales y van a mejorar las que ya se tienen”, explica el neuropsicólogo.
Otras actividades que pueden realizarse son sudokus y crucigramas, aprender a escribir poesía, tocar un instrumento musical, leer, hacer puzzles, jugar al ajedrez, montar un jardín…, entre muchas posibilidades “porque cuanto más ejercitas una actividad cognitiva más se obliga a que la neuroquímica cerebral cambie positivamente y se evite el estancamiento”, añade el neuropsicólogo, quien explica que, por ejemplo, “la práctica de la lectura mejora todo el cerebro y las áreas del lenguaje y se fortalece la memoria verbal”.
Un gran aficionado a los sudokus es Felipe Herrero. Realiza uno o dos al día en función del nivel de dificultad. “Empecé a hacerlos por casualidad al verlos en el periódico y me aficioné enseguida porque me parecen muy entretenidos. Además, creo que hacen que mi mente esté más ágil”. Una afición que este arquitecto de 40 años combina con las manualidades. “Es una manera de seguir creando, aunque de otra forma distinta al trabajo que realizo día a día. Sobre todo, me gusta hacer edificios u objetos con madera, pinzas de la ropa e, incluso, palillos. Paso el tiempo y siento mucha satisfacción cuando los he acabado y puedo enseñárselos a los amigos”.
También son muy útiles los denominadosejercicios neuróbicos que se basan en introducir cambios en los procesos de cualquier actividad. “El problema es la rutina porque a nivel de pensamiento y de conexiones neuronales se produce un acomodamiento y no se crean nuevas conexiones”, manifiesta el psicólogo Andrés González.
Y es que con pequeños cambios se contribuye a generar nuevas conexiones. Por ejemplo,puede optarse porcepillarse los dientes con la mano izquierda si se es diestro, no hacer la cama siempre de la misma manera, empezar a pasar la aspiradora por un área distinta de la casa cada vez que se limpia, cambiar las formas en las que se cocina un alimento o salir a pasear modificando el trayecto, entre otras muchas posibilidades.
Porque lo importante es no hacer las actividades de forma automática y que haya una variación de lo que se realiza. Por ejemplo, “hacer crucigramas es positivo, pero se desarrollan unas áreas concretas. Hay que hacer cosas distintas para salir de la rutina”, matiza el psicólogo.
Otras alternativas para mantener la mente activa son los cursos que se ofrecen en algunas escuelas especializadas en este campo en las cuales se puede aprender a autoevaluar las habilidades mentales, desarrollar la habilidad de observar y observarse que es fundamental para poder ejercer la voluntad y el autocontrol, técnicas de relajación o ejercicios para desarrollar y fortalecer la capacidad de concentración; de educación de la concentración y la mejora para aprender diferentes fórmulas que pueden aplicarse para conseguir este objetivo, o de gestión intelectual y aprendizaje autónomo en el que se desarrolla la propuesta técnica de esta escuela de lectura comprensiva y la técnica de estudio multisensorial.
A través de estos cursos se realizan ejercicios que permiten desarrollar“habilidades de autodominio, concentración, memoria, observación, agilidad mental, creatividad aplicada, comunicación, distensión y estrategia. Están seleccionados por su efectividad para integrar configuraciones de redes neuronales más eficientes”, asevera Patricio Jorge Vargas, cofundador y director de la escuela argentina de Educación Mental Mentat. Vargas señala que normalmente las personas que eligen estos cursos son “generalmente mayores de 30 años, de ambos sexos, con formación terciaria, universitaria y profesional”.
El interés en ellos “proviene de la necesidad de mejorar en el rendimiento mental, específicamente en agilidad mental, concentración y memoria por el aumento exponencial del flujo informacional, la presión creciente de la competencia laboral y profesional y la preocupación por estar a la altura de los desafíos de la formación continua”, concluye el director.
Videojuegos, ¿sí o no?
A la hora de ejercitar la mente existen algunos tópicos o mitos. Entre ellos figura la relación entre los videojuegos y la capacidad de aprendizaje o de desarrollo cerebral. Un aspecto sobre el que existen opiniones a favor y en contra y en el que hay que ser especialmente cautos para no sobrevalorar ni despreciar sus beneficios.
Y es que, por ejemplo, algunos de los que se comercializan específicamente como adecuados para mantener la mente en forma no tienen tanto efecto positivo sobre el cerebro, aunque sí son útiles. El principal problema con los videojuegos es que se compran “pero se abandonan y no hay una constancia”, añade el neuropsicólogo José Antonio Portellano.
Pero, aunque uno sea constante, hay que utilizarlos con cierto cuidado como sucede con los videojuegos que comprenden elementos de estrategia, que pueden ser favorables para ejercitar la mente, aunque suelen introducir un nivel de tensión al tener que hacer determinadas acciones en un tiempo determinado.
Este elemento “puede generar tensiones y si estamos tres horas deja de ser positivo”, explica Antonio González, quien añade que en estudios realizados se ha constatado que el nivel de tensión que se tiene con el videojuego se reproduce durante dos o tres horas después de haber acabado el juego. “Si se estudia en esas dos o tres horas, no se aprovecha porque se tiene el nivel de actividad del videojuego”. No obstante, este tipo de juegos pueden ser beneficiosos siempre que no se juegue con ellos horas y horas seguidas y no haya un nivel alto de competición que elimine ese beneficio.
Más beneficioso es el popular juego del tetris que, por ejemplo, contribuye a la mejora “del área del cerebro donde esta nuestro GPS, el lóbulo parietal, mejorando la capacidad espacial y los circuitos y redes”, explica José Antonio Portellano. A pesar de ello, cuidado: los videojuegos nunca debe excluir otra serie de actividades.
De poco sirve cuidar la mente si luego comes pescado. Los más probable que se te llene de mercurio el cerebro...
ResponderEliminar¡Qué tiempos los que nos toca vivir!. Antes todo eso era impensable. Se sabe que el pescado azul que mencionan, es rico en ácidos grasos omega-3, pero realmente no lo comería.
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