Hormigas de otro mundo
Por Alejandro Agostinelli 18 sep 2011En la vida social de las hormigas sobran los aspectos fascinantes, pero algunos son definitivamente sorprendentes. Su comportamiento individual es esclavo de una suerte de "sistema de inteligencia en red". Las metáforas son arriesgadas en ciencias naturales, pero en las situaciones que veremos las hormigas parecen actuar como células de un superorganismo o virtual "macroindividuo" con identidad propia. No necesariamente estamos ante un atajo evolutivo orientado a su supervivencia. Si bien esta aptitud puede salvar a la colonia, también la puede matar.
Para sobrellevar una inundación o aguantar inclemencias propias de un naufragio, un hervidero de hormigas puede superarlo. ¿Cómo zafan de morir ahogadas? Fácil: construyen una balsa.
Bueno, no es que las cosas resulten tan sencillas, ni que todas las especies lo consiguen con igual éxito. Pero si una inundación arrasa con el ecosistema de una colonia de hormigas de fuego (Solenopsis invicta), las supervivientes responden solidarias en pos de un rescate colectivo. En estos casos, esta especie, la misma que hizo decidirse al entomólogo Edward O. Wilson por el estudio de las hormigas, usa sus mandíbulas para sujetarse unas con otras, entrelazar sus patas y antenas y, así encadenadas, flotar. Con sus cuerpos construyen una estructura biológica integrada por cada miembro del grupo y, obedientes a un complejo programa de ingeniería social todas ellas, mancomunadamente, encajan unas con otras para que el sistema funcione. En dos minutos conforman una balsa que navega por días o semanas hasta recalar en un sitio seguro y seco, donde erigirán el nuevo hormiguero.
Los estudiantes de ingeniería mecánica Nathan Mlot, Craig Tovey y David Hu, del Instituto Tecnológico de Georgia, en los Estados Unidos, estudiaron el proceso de construcción de los "bloques" que forman las hormigas de esta especie y han averiguado por qué flotan.
El primer misterio resuelto fue el llamado "efecto Jesús". Las hormigas caminan sobre el agua porque la tensión superficial sostiene el peso de su exoesqueleto. Ellas pueden andar sobre el agua con el mismo esfuerzo que hacen los seres humanos para caminar sobre una cama elástica. Sin embargo, una vez ensambladas, pesan mucho más de lo que la superficie del agua puede soportar. ¿Cómo flota, entonces, esa superestructura? Pues los insectos dispuestos en la base de la balsa atrapan pequeñas burbujitas y éstas se constituyen en plataforma de las hormigas que viajan encima confortablemente.
VIDEO. La velocidad de armado de esta "isla" fue aumentada 15 veces
Segundo hallazgo: las burbujas que hacen flotar la balsa también la mantienen unida. Es aquí donde la entomología se une con la nanotecnología: un robot insectoide provisto de "inteligencia colectiva" capaz de flotar sobre el agua es inspirador para la hidroingeniería (el diseño de naves para llegar a lugares inaccesibles), la industria del entretenimiento (deportes marinos) y el tinglado armamentista (mejor no dar ideas).
Los ingenieros del Georgia Tech concluyeron que las acciones individuales de las hormigas en su "isla" no es caótico, ellas actúan coordinadamente y forman una suerte de "malla autorreparable", donde la estructura recupera enseguida su forma original si algún accidente provoca vacíos inesperados, como el Terminator líquido T-800. La balsa tampoco es fácil de hundir, como vemos en el video:
Cuando los investigadores quitaron las hormigas de arriba, las de abajo ocuparon su lugar para conservar el grosor suficiente que permite mantener el conjunto a flote.
Algunos entomólogos no llaman a estos enjambres "superorganismos" por mera analogía, consideran que la colonia realmente se comporta como si fuese un único y gran organismo, monolítico y homogéneo. De hecho, han llegado a explicar sus movimientos con las mismas ecuaciones con que calculan el desplazamiento de los fluidos.
El equipo de Georgia asegura que las colonias de hormigas expuestas a la fuerza de gravedad y en situación de estrés, se comporta como un fluido viscoso. En diferentes experimentos han demostrado que las propiedades del superorganismo son "líquidas", que se "derrama" de un recipiente a otro y cae bajo una forma en un todo similar a "gotas".
VIDEO. Una colonia de hormigas bajo condiciones de estrés se comporta como un fluido inanimado.
Una de las primeras observaciones científicas del misterioso comportamiento grupal de las hormigas fue descripto por el famoso naturalista Charles William Beebe (1877-1962). En 1921 presenció la peculiar "danza de la muerte" de las hormigas, acaso uno de los rituales fúnebres más increíbles de la naturaleza. Beebe vio cómo una espiral de hormigas de 365 metros de longitud (donde los insectos demoraban más de dos horas en dar una vuelta completa) desfilaron durante dos días, en el curso de los cuáles el número de hormigas muertas aumentaba rápidamente. Sólo zafaron las hormigas que fueron "rescatadas" por un grupo de trabajadores que "rompieron" el círculo.
No es que en estas sombrías danzas, también conocidas como "el remolino de la muerte", los insectos decidan "inmolarse en masa". Por motivos que nunca fueron del todo aclarados, una hormiga soldado principal, acaso por una falla en las feromonas comunicativas, pierde la orientación y comienza a girar en círculos. A continuación, debido al aroma que deja detrás de sí, incita a las demás a seguirla, armándose caravanas de hasta millones de hormigas que abandonan todo para unirse a la marcha. Estudiado en 1944 por el psicólogo Theodore Schneirla(1902-1968), el fenómeno parece estar relacionado con una falla en la estructura organizacional de las hormigas. Si nada se los impide, ellas se seguirán unas a otras hasta morir exhaustas de tanto caminar en círculos o por aplastamiento.
El video causa escalofríos. Las hormigas obreras, que casi no pueden ver, marchan decididas rumbo a la muerte. Son parte de un espectáculo que, a los ojos humanos, se parece al suicidio en masa. Pero sólo es un "error de programación".
"Usan la agricultura, los antiobióticos, almacenan alimento, manejan poblaciones de insectos, utilizan la seda, dividen el trabajo, fabrican caminos y regulan térmicamente sus viviendas desde mucho tiempo antes que los humanos", escriben Alejandro Farji-Brener y Patricia Folgarait en su libro Un mundo de hormigas.
Nosotros las necesitamos porque devoran muchos insectos que atacan a los humanos. Sus errores aún no las ponen en peligro de extinción. Como recordaba Wilson, por cada ser humano hay un millón de hormigas en el mundo, y representan el 15 % de la biomasa del planeta.
El hombre cree, erróneamente, que su tecnología lo vuelve todopoderoso. Pero ellas llevan 140 millones de años en la Tierra, sobrevivieron a los dinosaurios y, si nuestra especie desaparece, nos sobrevivirán.
Quién sabe si no reirán últimas, acaso convertidas en un metaorganismo que flotará sobre las aguas del último Diluvio Universal.
Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4