Este es el efecto que un beso con lengua tiene en su cerebro
El acto íntimo despierta neurotransmisores básicos que conducen al optimismo, la excitación y el bienestar, pero también a la ira.
El beso erótico, ese que
provoca sensaciones encontradas (escalofríos–calor) y acelera el
corazón, esconde un complejo mecanismo. Un proceso quecomienza en los labios,
la zona del cuerpo que, a pesar de sus reducidas dimensiones, es junto
con la yema de los dedos, la que mayor densidad de terminaciones
nerviosas contiene, es decir, en su interior se esconden múltiples
receptores con gran capacidad para percibir, explorar y transmitir
información al cerebro. "En los labios se nota con mucha precisión la
temperatura corporal de la otra persona, el tono muscular y hasta el
estado de su sistema inmunitario a través de los anticuerpos y otras
proteínas de este sistema. Además, durante el beso, especialmente con
lengua, hay un importante intercambio de saliva que hace que el hombre
pase testosterona a la mujer y actúe como una especie de afrodisíaco que
activa la receptividad sexual de la mujer. Cuando toda la información
llega al cerebro, este valora si le gusta o no, si lo rechaza o lo
acepta", explica David Bueno i Torrens, biólogo e investigador de
genética en la Universidad de Barcelona.
El beso sirve entonces como un primer examen del otro, un examen del que no somos conscientes. Lo confirma un estudio de
la Universidad de Oxford, realizado por Rafael Wlodarski y Robin
Dunbar, que sugiere que ayuda a evaluar la idoneidad de la pareja.
También la científica Sheril Kirshenbaum, de la Universidad de Texas,
una de las mayores expertas en la materia y autora del libro La ciencia del besar,
aporta datos interesantes, como por ejemplo que las mujeres se sienten
atraídas por el olor de los hombres que portan un código genético
distinto del de ellas porque, de esa manera, se aseguran mejor
descendencia.
Atracción por el olfato
Las
feromonas son unas hormonas que se excretan a través de la piel e
influyen en la atracción sexual y como consecuencia en el
emparejamiento. Su presencia en los humanos ha sido discutida, sin
embargo, hay estudios que dicen que sí existen. Uno de ellos, publicado
en la revista Science,
demuestra que los hombres que huelen las lágrimas de una mujer ven
reducido su apetito sexual. Y otro más reciente, publicado en la
revista Current Biology,
muestra que la nariz puede detectar estas secreciones corporales
incluso cuando pensamos que no estamos oliendo nada a nivel consciente.
"Actualmente hay coincidencia mayoritaria de que existen unos receptores
en la parte más interna de la nariz que las detecta, aunque la persona
no lo sepa", afirma el biólogo David Bueno i Torrens, de la Universidad
de Barcelona.
Pero
no todo es química, la experiencia previa de la persona ocupa un lugar
relevante en el proceso: "Las interacciones de hormonas en el cerebro
dependen también de la experiencia previa de la persona en sus
relaciones sociales, aunque no se dé cuenta. Hay estudios con ratas
dónde se ha comprobado que cuando un macho es rechazado por las hembras
le cuesta más trabajo acercarse de nuevo a ellas. Otro ejemplo de la
importancia de la experiencia previa es que cuando se besa a una persona
conocida, las reacciones químicas son diferentes que cuando el sujeto
es conocido", apunta el biólogo.
Una cascada de hormonas
Cuando
el cerebro, tras analizar toda esa información sensible, dice sí, en
décimas de segundo, comienza a segregar una serie de neurotransmisores
(sustancias químicas que comunican unas neuronas con otras) y los
protagonistas del beso empiezan a notar sus efectos. "Lo que percibimos
de todas estas reacciones químicas depende del tipo de neurotransmisor,
del porcentaje o equilibrio entre ellos y de las neuronas sobre las que
actúan", señala David Bueno. Es decir, dependiendo de cuál de ellos
domine, sentiremos unos efectos u otros. Este experto describe cuatro
neurotransmisores básicos que se despiertan con el beso: dopamina, que
nos hace sentir placer y bienestar; serotonina, con la que sentimos
excitación y optimismo, aunque también puede tener un efecto de ira y
agresión ("en este caso lo que ocurre es un rechazo a la pareja",
subraya Bueno); epinefrina, que aumenta la frecuencia cardiaca, el tono
muscular y la sudoración, por eso sentimos calor y que el corazón se
acelera; y la oxitocina, que genera apego y confianza.
Pero,
además, se liberan otras sustancias, como el óxido nítrico, que relaja
los vasos sanguíneos, provocando un incremento en el flujo sanguíneo del
pene y, por tanto, la erección.
O la feniletilamina, "una anfetamina potente y rápida que estimula el
sentimiento de placer, por eso el primer beso de los adolescentes suele
ser más intenso y apasionado", explica el doctor Jesús de la Gándara,
jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario de Burgos y autor del
libro El planeta de los besos. Aunque el psiquiatra destaca que
no solo ocurre en los adolescentes, según Gándara, también puede darse
en adultos, "la clave reside en encontrar a la persona que despierte ese
neurotransmisor".
Tras la tormenta, llega la calma
Besarse en bueno. Hay estudios que han demostrado que las personas que besan más viven más porque todo lo que hay a su alrededor es positivo (compañía, ayuda, apoyo emocional)
Jesús de la Gándara, psiquiatra
Pero
la pasión no es eterna. La química del beso parece cambiar con el paso
del tiempo dentro de una misma relación. De manera que el enamoramiento
inicial donde todo es energía y vitalidad se va desvaneciendo
paulatinamente y deja paso a una segunda etapa más sosegada. Para el
biólogo David Bueno, la razón de este cambio reside en la saturación de
los receptores del cerebro, "se pasa a otra etapa en la que no se siente
la pasión inicial pero se está a gusto con esa persona. Aunque no todas
las parejas realizan el paso del primer estadio al segundo", aclara. El
psiquiatra Jesús de la Gándara señala incluso que existe un cambio en
la química cerebral, "al principio de la relación hay gran estimulación
hormonal donde dominan los andrógenos (testosterona) y la dopamina, pero
con el paso del tiempo cambia y se estimula más la vasopresina y la
oxitocina; se besan con menos frecuencia e intensidad pero de manera más
cariñosa y estable". Algo que parece confirmar un estudio realizado
en la Universidad Bar llán, en Israel, y que mostró el importante papel
de la oxitocina, la hormona que genera apego, en las relaciones
estables.
No hay que
olvidar que a través del beso también compartimos enfermedades, por
ejemplo la mononucleosis (también conocida como la enfermedad del beso,
muy frecuente en adolescentes). De hecho, con cada beso de 10 segundos
intercambiamos 80 millones de bacterias, según un estudio realizado
en Holanda. ¿Esto quiere decir que es malo besarse? "No, besarse en
bueno. Hay estudios que han demostrado que las personas que besan más
viven más porque todo lo que hay a su alrededor es positivo (compañía,
ayuda, apoyo emocional). No hacerlo significa que no se tiene buena
relación con seres humanos", afirma el psiquiatra, quien concluye que lo
difícil no es que te besen, sino tener a alguien que se deje besar.
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